Los desafíos sociales y económicos, como la mejora de la esperanza de vida, la reducción de la mortalidad infantil, la mitigación de la hambruna, el crecimiento económico, la productividad, la disminución de la pobreza, el acceso a energía y electricidad, saneamiento, higiene, etc., están ligados al ser humano desde su existencia. No obstante, muchos de estos retos se han resuelto gracias a la tecnología, una de las herramientas más poderosas que, si se usa de forma correcta, tiene la capacidad de mejorar la calidad de nuestras vidas.
En este sentido, dado que siempre hay nuevos desafíos que afrontar, la colaboración entre la ciencia y la tecnología juega un papel transformador al posibilitar el desarrollo de soluciones útiles que resuelvan problemas complejos. Este proceso de creación de nuevo conocimiento da lugar a la denominada “tecnología emergente”, un término que alude a las innovaciones que están en desarrollo o que aún no se han aplicado de forma generalizada y que tienen visos de trascender los límites conocidos. ¿Quieres saber más de ella y cómo está transformando nuestra sociedad? Sigue leyendo.
La tecnología emergente hace referencia, tanto a las innovaciones que están en sus etapas iniciales de desarrollo, como a las que están evolucionando actualmente y se espera que estén disponibles en los próximos cinco o diez años. Para el consultor y experto en innovación George S. Day, de la Universidad de Pensilvania, esta “transforma los conocimientos básicos en tecnologías y aplicaciones útiles”.
De este modo, entre las características que definen la tecnología emergente, encontramos las de estar en las etapas iniciales de desarrollo, ser altamente disruptiva, tener un alto impacto en diversas áreas y contar con velocidad de adaptación muy rápida. Otra peculiaridad es que su uso puede suponer riesgos.
No obstante, al contrario de lo que muchos suelen pensar, este término también engloba a tecnologías existentes desde hace décadas como, por ejemplo, la Inteligencia Artificial (IA). Y es que, si bien esta se considera una tecnología emergente en la actualidad, su base teórica se remonta a las décadas de los 40 y 50. Sin embargo, no ha sido hasta la segunda mitad del siglo XXI cuando ha sido posible encontrar las condiciones necesarias para desarrollarla y convertirla en una de las herramientas más importantes en nuestro día a día.
Frente a la tecnología emergente está la “convencional” o “tradicional”, caracterizada por ser madura, estar establecida y ser utilizada de forma habitual. Al contrario que la emergente, esta tecnología suele estar centrada en aplicaciones específicas y tiene menos riesgos. Es el caso, por ejemplo, de la Automatización de Procesos o las soluciones de iluminación LED.
La calidad de las aguas subterráneas se controla mediante sistemas de Internet de las Cosas (IoT); los drones ya se utilizan para suministrar ayuda humanitaria o para la inspección de infraestructuras y plantas agrícolas; la inteligencia artificial y los macrodatos se usaron durante la pandemia para examinar a pacientes y hacer un seguimiento de los brotes… Estos son solo algunos ejemplos de cómo la tecnología emergente está ayudando a construir sociedades más avanzadas y resilientes.
Sin ir más lejos, según el informe España 2050: Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo, algunos de los beneficios de las tecnologías emergentes son los siguientes:
Teniendo en cuenta estas utilidades, el Informe Intec 2022 identifica las áreas y sectores en los que más se está investigando el desarrollo y la aplicación de las tecnologías emergentes. Aquí, el reto climático y la necesaria transición energética son protagonistas, así como la agricultura, medicina y salud, materias primas, robótica y movilidad inteligente.
La nueva ola tecnológica, basada en Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas, macrodatos, blockchain, 5G, impresión 3D, robótica, drones, edición genómica, nanotecnología o energía solar fotovoltaica, ya está favoreciendo y acelerando el descubrimiento de soluciones que mejoran nuestra sociedad y calidad de vida: nuevas vacunas, mejoras en la producción de energía limpia y baja en carbono, mejores tratamientos contra el cáncer, etc.
Aparte de las tecnologías acabadas de mencionar, hay muchas otras tecnologías emergentes a tener en cuenta. A continuación, te presentamos tres de las diez más importantes de 2023, de acuerdo con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT):
De hecho, Photoshop ya lo está integrando, y la industria del videojuego también está investigando este ámbito. Y es que, en 2022, fue la tecnología que más atención capturó y este año es previsible que se empiecen a ver ya algunos de sus efectos, tanto los buenos como otros no tan beneficiosos, como es el caso de una posible proliferación de fake news. La campaña electoral de EE. UU. de 2024 será un momento clave.
¿Crees que este tipo de tecnología emergente es ajena a tu día a día? ¿Consideras que innovaciones como la Inteligencia Artificial o la Robotización no son un desafío en tu puesto de trabajo? Según IDC España, el 45% de las tareas repetitivas de las grandes organizaciones estarán automatizadas en 2024 gracias a la utilización de soluciones basadas en Inteligencia Artificial o Machine Learning. Teniendo en cuenta este dato, es un error pensar que estas tecnologías emergentes no tendrán un efecto transformador en nuestro día a día.
Los avances en ciencia y conocimiento hacen que las habilidades y las competencias que se precisan para atender las necesidades del mercado laboral cambien de forma constante, por lo que es importante comprender el impacto que las tecnologías disruptivas emergentes tienen, y van a tener, en la sociedad y en la economía. Según el Foro Económico Mundial, “hemos dejado atrás los días en que trabajamos durante 40 años en un solo empleo”. Las generaciones que vivían con la idea de dedicarse a una sola profesión y a una única tarea ya han dejado de existir.
La avasalladora velocidad con la que incorporamos la innovación en nuestro día a día, tanto en el plano laboral como personal, exige cambios profundos en nuestra formación. De ahí la necesidad de saber adaptarse y aprender habilidades y competencias que nos permitan ejecutar nuevas funciones o reorientar nuestra carrera profesional.
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