¿Usas siempre el GPS para desplazarte? ¿Olvidarías cualquier cumpleaños si no fuera por la alerta de Facebook? ¿Necesitas buscar en internet el nombre de ese actor que no consigues recordar al recomendar una película a un amigo? Es cierto que la tecnología facilita la vida en muchos aspectos. Sin embargo, este empleo constante de las herramientas digitales te conduce a no poner en práctica técnicas de memorización que aporten agilidad a tu cerebro.
Esto es lo que se conoce como el “efecto Google”, un apoyo constante y exprés en la tecnología que, en consecuencia, merma la flexibilidad cognitiva de las personas, es decir, la capacidad de la memoria de recuperar datos acumulados. De hecho, según la investigación publicada en la revista World Psychiatry y llevada a cabo por científicos estadounidenses, australianos y europeos, las nuevas tecnologías están afectando a las capacidades de atención, procesos de memoria y cognición social.
El problema de la ayuda inmediata de internet es que atrofia la capacidad para enlazar ideas, tener una perspectiva global del mundo, tomar decisiones acertadas o resolver problemas. Por esta razón, ejercitar la memoria sigue siendo imprescindible para mantener la plasticidad cerebral. ¿Quieres conocer algunas técnicas de memorización para entrenar al cerebro? Te explicamos cuáles te ayudarán a tener una mayor retentiva.
Antes de poner en práctica técnicas de memorización, debes saber que hay dos tipos de memoria:
Sin embargo, es importante destacar que no toda la información que pasa por la memoria de trabajo permanece en la memoria a largo plazo, ya que el cerebro tiende a eliminar aquella información que no considera necesaria. De hecho, de acuerdo con la teoría de la curva del olvido formulada por el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus, después de una hora se olvida la mitad de lo aprendido; un día después, solo recordarás el 30% de la información y, al cabo de un mes, los datos almacenados se limitarán al 10%.
¿Te resulta igual de fácil recordar una infografía que un texto plano? No todas las técnicas de memorización tienen el mismo efecto en la retentiva. En este sentido, Edgar Dale, un pedagogo estadounidense, en su libro Audiovisual Methods in Teaching dio a conocer lo que se denomina el ‘cono de la experiencia’ o aprendizaje experiencial, una teoría que apunta a que recordamos mejor aquello que experimentamos o ponemos en práctica nosotros mismos.
En este aspecto, un estudio de la Universidad Rockefeller afirma que las personas recuerdan hasta un 35% de lo que huelen, frente a un 5% de lo que ven, un 3% de lo que oyen y un 1% de lo que tocan. De esta forma, a pesar de que los sentidos constituyen una herramienta clave para motivar a la memoria y retener la información de forma más eficaz, no todos los sentidos tienen el mismo poder de evocar recuerdos.
No obstante, hay un subgrupo sonoro con especial poder memorístico: las melodías. Cuando escuchas música, tu centro de placer se pone en marcha liberando dopamina. Pero, si además, la canción te transmite emociones, al asociarla a un momento específico de tu vida, tu memoria a largo plazo se activa. Es por eso que somos capaces de recordar la letra completa de una canción o que personas con alzheimer puedan rememorar un tema de su juventud. Tal y como señalan diversos estudios, escuchar canciones alegres te permite hacer más trabajo en menos tiempo.
Gusto: cuando comes, en el cerebro se activan neuronas que responden a los sabores que se desprenden de los alimentos y, en muchos casos, estos sabores pueden evocar profundos recuerdos. De ahí que Proust pueda sumergirse en su infancia a través de una simple magdalena.
Seguir una alimentación equilibrada es clave para rendir en tus horas de estudio, pero también la hora de comer es una buena oportunidad para aplicar técnicas de memorización y ejercitar tu cerebro: por ejemplo, trata de identificar los ingredientes y relaciona el sabor con momentos del pasado, etc.
Al fin y al cabo, el cerebro es como un músculo: cuanto más lo entrenes, mejor será su rendimiento. Por eso, es fundamental trabajar la plasticidad cerebral para seguir aprendiendo cosas nuevas.
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