Uno de los iconos más representativos de la incorporación de la mujer al mundo laboral es la ilustración de Rosie the Riveter, esa trabajadora con un pañuelo rojo en la cabeza, camisa vaquera y puño en alto. Lo llamativo es que este cartel, creado por la compañía Westinghouse Electric para reconocer el trabajo femenino durante la II Guerra Mundial, sigue vigente ocho décadas después.
Hitos como el derecho al sufragio universal o el acceso de las mujeres a la universidad han permitido que las generaciones de hoy vivan una mayor paridad en el mercado de trabajo. Sin embargo, aunque actualmente existe una mayor igualdad en el ámbito laboral, aún queda mucho camino por recorrer para conseguir la plena equidad.
La brecha salarial o el llamado techo de cristal son algunos de los retos de la mujer en el mundo laboral que la sociedad aún debe resolver y que tú tendrás que superar a lo largo de tu carrera profesional. Descubre qué puedes hacer para lograrlo.
En la actualidad, las mujeres representan el 49,6% de la población mundial. Sin embargo, a pesar de ser prácticamente la mitad de la ciudadanía, solo son el 38,7% de la fuerza laboral en 2020, según datos del Banco Mundial. Una diferencia que se agrava conforme se asciende en la jerarquía de las empresas.
¿Qué factores influyen en esta desigualdad de género? ¿Cuáles son las barreras que vas a encontrar como mujer en el mundo laboral?
Aunque la presencia de la mujer en el mundo profesional sigue en aumento, esta tendencia no es tan positiva en los puestos directivos. Cuando se asciende en la jerarquía empresarial, aparece el llamado techo de cristal, una barrera invisible y sutil que dificulta que las mujeres lleguen a cargos de responsabilidad, a pesar de tener la misma cualificación y méritos que sus compañeros varones.
De hecho, de cada cien puestos directivos del mundo, 71 están ocupados por hombres, frente a los 29 que ocupan mujeres, según el informe Women in Business 2020 de Grant Thornton. Eso sí, en los últimos 16 años este porcentaje ha aumentado 10 puntos porcentuales.
Se trata de las barreras que la mujer se impone a sí misma, ya sea de forma consciente o inconsciente.
Las mujeres siguen siendo las que se responsabilizan de las cargas familiares mayoritariamente. Esta situación se ha agravado con la pandemia provocada por la covid-19. Así, según un estudio elaborado en 2020 por ClosinGap, un centro dedicado a analizar la brecha de género, son más las mujeres que los hombres quienes optan por un trabajo parcial para cuidar de niños o de adultos mayores. Son ellas quienes interrumpen su carrera laboral por el embarazo y la lactancia y quienes dedican más horas al día a las tareas domésticas.
En el caso de las barreras interpuestas inconscientemente, entra en juego el llamado síndrome del impostor, una percepción errónea que tienen muchas personas sobre los méritos propios y que hace que sientan que esos éxitos cosechados son un fraude. Esta barrera mental se da más en las mujeres que en los hombres. Por ejemplo, es más habitual que a una mujer a la que le han propuesto un ascenso le surjan dudas sobre si lo merece o si está preparada para el nuevo cargo; en cambio, un hombre suele asumir que le corresponde la promoción como algo natural y justo.
Las mujeres también se enfrentan a sesgos de percepción externos que están generalizados y que provocan una representación mental diferente de una misma realidad en función de si quien la experimenta es hombre o mujer.
Por ejemplo, si un profesional tiene un hijo, será visto como alguien responsable. En cambio, cuando la mujer tiene descendencia se genera el prejuicio de que estará menos comprometida con su empleo, según pone de manifiesto la investigación de Michell J. Budig The Fatherhood Bonus and The Motherhood Penalty: Parenthood and the Gender Gap in Pay.
Estos estereotipos entre hombre y mujer en el mundo laboral también tienen su reflejo en la elección de los estudios y las áreas de actividad. Es lo que se conoce como segregación de género en el mercado de trabajo.
Si acudes a las facultades de Ciencias, Tecnología, Ingeniería o Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), encontrarás 65 hombres por cada 35 mujeres, mientras que en carreras sanitarias la ratio se invierte, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). En la oficina ocurre algo similar: en 2019, los varones ocupaban el 64,6% de los trabajos manuales, al mismo tiempo que las mujeres desempeñaban el 75,9% de los empleos administrativos, comerciales y del sector servicios, según el Observatorio Social ‘La Caixa’.
Esta sobrerrepresentación de la mujer en determinados sectores, generalmente asociados a ingresos más bajos, también se da en las altas esferas. De este modo, es habitual encontrar directivas en ámbitos vinculados a los Recursos Humanos, Administración, Marketing y Ventas, pero son una minoría en Operaciones, Investigación y Desarrollo o Finanzas, según el informe The Business Case for Change de 2019.
Como consecuencia de todos estos factores anteriores, la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo muy importante. Más concretamente, las mujeres cobran un 15,7% menos que los hombres en Europa, según los datos de Eurostat. En España, este porcentaje asciende al 21,9%.
Esta diferencia se debe en buena medida al acceso de la mujer a puestos tradicionalmente peor retribuidos. En este sentido, en la mayor parte de los países europeos, el mayor porcentaje de trabajadores que perciben un sueldo por debajo del salario mínimo son mujeres.
Es importante potenciar el liderazgo femenino y su rol en el mercado laboral tanto para revertir la brecha salarial como para equiparar las condiciones laborales.
Y es que, para lograr este fin, es esencial fomentar el empoderamiento femenino. En esta línea, según la experta en Género y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, Raquel Ramírez, hay cuatro focos de trabajo:
Los avances tecnológicos han abierto nuevas oportunidades laborales. Gracias a la innovación, en el futuro tanto hombres como mujeres deberán estar más preparados, y desarrollar capacidades como la flexibilidad y la adaptabilidad.
Según la fundadora del Centro de Trabajo y Familia del IESE Business School, Nuria Chinchilla, este podría ser el siglo de oro para las mujeres: “nunca antes tuvimos tantas mujeres tan preparadas y con tantos recursos para poder llevar adelante los cambios necesarios para construir una sociedad plural, eficiente, sostenible, feliz y en femenino. Mano a mano con los hombres, ¡por supuesto!”.
Todo ello hace evidente la importancia de poder acceder a una formación de calidad que fomente el crecimiento profesional.
Un estudio de McKinsey Global Institute de 2019 destaca tres factores esenciales que debes incorporar para potenciar tu futuro laboral:
Lamentablemente, aún existen prácticas discriminatorias, normas sociales y patrones de conducta que suponen retos de la mujer en el mundo laboral y perpetúan la desigualdad y, como mujer, es posible que en algún momento te encuentres en una situación de desventaja respecto a los hombres para acceder y prosperar en el mercado de trabajo. Ahora bien, estas barreras no son infranqueables, y tienes a tu disposición muchas herramientas para solventar estos obstáculos.
Con el objetivo de impulsar, empoderar y promover el talento femenino para alcanzar la igualdad efectiva, Banco Santander, lanza una nueva edición del Curso Santander | SW50 2025, dirigido a 50 mujeres con cargos de alta dirección.
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Las 50 mujeres con más votos de cada país serán las ganadoras de su edición local y pasarán a formar parte de una excepcional comunidad de mujeres líderes de todo el mundo. Accederán a un curso online sobre liderazgo femenino, impartido por London School of Economics and Political Science (LSE), y, además, tendrán la oportunidad de asistir a un evento con el resto de ganadoras de su edición local.
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Todo ello a través de conferencias interactivas, tutorías individuales y debates con expertos de primer nivel de LSE y el resto de compañeras. Además, recibirán sesiones de coaching individuales y grupales, y vivirán una experiencia de networking única.
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