Cada uno de los actos mentales y físicos que realizas, desde peinarte hasta comer, los realizas porque tu cerebro ha procesado la información de su alrededor y funciona en base a ella. Estos son los denominados procesos cognitivos, y orientarlos hacia la actividad profesional son clave para tu desarrollo laboral.
Los procesos cognitivos son las operaciones mentales que realiza el cerebro para procesar información. Mediante estas operaciones, el cerebro trabaja con la información que le rodea, la almacena y la analiza para tomar las decisiones correspondientes. Su influencia en la conducta los convierte en fundamentales para la adaptación al medio social y la supervivencia.
Son estos procesos los que permiten al cerebro procesar la información que le llega de los sentidos, registrarla, recuperarla cuando le sea necesaria y, sobre todo, aprender.
Los procesos cognitivos, también denominados funciones cognitivas, incluyen aspectos básicos, como la percepción y la atención, y otros más elaborados, como el pensamiento. Cualquier actividad que realicemos, como leer, lavar los platos o ir en bicicleta, lleva implícito un procesamiento cognitivo.
Esto sucede con la mayoría de nuestras actividades cotidianas, por lo que cuando alguna de estas funciones cognitivas sufre algún daño, se ve deteriorada la capacidad de desempeñar determinadas actividades.
Aunque el estudio de estos procesos se ha llevado a cabo desde distintas disciplinas, como la neurología, la antropología e, incluso, la filosofía o las ciencias de la información, fue la psicología cognitiva la que empezó a analizar la influencia que ejercía el procesamiento de información en la conducta y en la adquisición del conocimiento. A finales de la década de los 50, las teorías de Piaget y Vygotsky sobre el desarrollo y el aprendizaje cognitivo supusieron toda una revolución en el panorama científico del momento, y aún siguen vigentes.
Los procesos cognitivos pueden clasificarse en dos grandes categorías:
Son la base para procesar y elaborar la información. Permiten captarla y mantenerla en el “sistema”. Estos son:
Sensopercepción. El sistema procesa la información, el organismo capta las sensaciones y les da sentido.
Atención. El ser humano selecciona, concentra y mantiene sus recursos mentales sobre los estímulos.
Procesamiento de la información. Permite procesar la información captada para que pueda ser elaborada.
Memoria. La información percibida se retiene en el sistema para ser trabajada posteriormente, a corto o a largo plazo.
Consisten en la unión de la información de los procesos básicos introducidos anteriormente, que son:
Pensamiento. Integra toda la información y permite elaborar juicios, deducciones y aprendizajes. Puede ser de razonamiento inductivo, deductivo o hipotético-deductivo.
Funciones ejecutivas. Posibilitan la gestión de la conducta gracias a la planificación, la inhibición conductual y la toma de decisiones. Permiten orientar el comportamiento hacia metas a medio o largo plazo, y evitan impulsos repentinos.
Aprendizaje. Depende de la capacidad de prestar atención al estímulo, para almacenarlo en la memoria y recuperarlo después.
Lenguaje. Fundamental en la comunicación y como regulación interna de la conducta en forma de autoinstrucciones. El lenguaje no es solo oral, sino que también incluye otros tipos de comunicación.
Creatividad. Implica la elaboración de nuevas estrategias alejadas de lo aprendido.
Motivación. Proceso por el que alguien orienta su conducta y su energía a la dedicación a un tema o interés.
Los procesos cognitivos son aquellas operaciones mentales que dan lugar a la construcción de habilidades cognitivas, las cuales se pueden entrenar y mejorar.
El aprendizaje de estas capacidades es un proceso que se lleva a cabo a lo largo de toda la vida, y que modifica de manera constante habilidades cognitivas como la memoria, la concentración o la asociación, entre muchas otras. Para elaborar un razonamiento, el cerebro necesita utilizar estas habilidades que le permiten poner en práctica este mismo proceso.
Tomemos por caso el lenguaje. Para interpretarlo, necesitamos recurrir al aprendizaje adquirido, la memoria y el pensamiento, entre otros procesos cognitivos complejos. De esta manera, por ejemplo, si ejercitamos la acción de recordar y crear imágenes mentales, es posible aumentar la memoria, lo que, a su vez, ayudará a desarrollar el lenguaje.
Lo cierto es que el cerebro se parece a un músculo y, por eso, las habilidades cognitivas se pueden entrenar y, en consecuencia, mejoran nuestras capacidades a la hora de llevar a cabo ciertas actividades. Con ello, se obtienen beneficios como una mayor capacidad de atención o una inteligencia más fluida. Pero, ¿cómo podemos lograr todo esto? La respuesta es realizando tareas específicas de estos procesos que permiten adquirir más y más habilidad.
Si bien los ejercicios de entrenamiento cognitivo se usan, principalmente, en personas con trastornos o daños neurológicos, cualquiera puede –y debería– ejercitar su cerebro, ya que les permitirá adquirir estas habilidades y tener mejores respuestas en un área específica.
Como se ha comprobado, los procesos cognitivos están relacionados con el aprendizaje, la inteligencia y la experiencia, ya que permiten elaborar el conocimiento a partir de la información proporcionada por los sentidos. Pero, ¿por qué son tan importantes en el ámbito profesional?
Los procesos que más influyen en el ámbito profesional son los relacionados con las funciones ejecutivas. Así, quienes quieran potenciar sus procesos cognitivos para el desarrollo de su carrera profesional deberán fomentar:
La capacidad para anticiparse al futuro es esencial para el éxito profesional y la consecución de objetivos. El hecho de pensar por adelantado la mejor forma de ejecutar una tarea facilita establecer los pasos que seguir y definir un orden de prioridades.
Para ejecutar correctamente cualquier proyecto se deben satisfacer los objetivos marcados previamente. Para ello, es fundamental establecer una correcta cronología, el seguimiento de la cual hará posible llegar con éxito a la meta.
Esta planificación es clave para el desarrollo profesional porque es precisamente la que permite lograr los propósitos establecidos. Sin una buena planificación, el desarrollo profesional no es posible, pues los objetivos no se alcanzarán de manera óptima.
La inhibición consiste en la capacidad de controlar las respuestas impulsivas y sustituirlas por respuestas razonadas.
Es otro elemento fundamental para el desarrollo profesional, pues sin ella es imposible aportar razón a las diversas situaciones con las que nos encontramos durante el desarrollo de la actividad profesional.
El control de los impulsos, que es posible gracias a la inhibición, es imprescindible en las situaciones de tensión o estrés, que pueden ser habituales en el entorno laboral.
Además, en caso de conflicto, ya sea con compañeros de trabajo o con superiores, la capacidad de inhibición también resulta clave para resolver la cuestión, sin que degenere en conflictos mayores.
La monitorización hace referencia a la capacidad de supervisar la propia conducta y de asegurarse siempre de que se sigue el plan trazado para lograr los objetivos.
Se usa en muchas situaciones cotidianas, pero especialmente en el ámbito profesional. Se trata de trabajar sin perder de vista la planificación prevista para alcanzar los objetivos marcados, verificando que no existe desvío alguno de dicha planificación.
Es importante ser consciente en todo momento del camino que seguir y de estar siguiéndolo correctamente. De lo contrario, el trabajo realizado no cumplirá con los objetivos marcados.
Es la elección de una determinada acción según variables externas o internas, como la propia experiencia.
La toma de decisiones es constante en el entorno profesional, por lo que es muy importante que se trate de decisiones fruto de un proceso de valoración que haya tenido en cuenta todas las variables, así como los pros y contras de cada opción.
En este sentido, resulta clave para el desarrollo profesional ser una persona capaz de tomar decisiones, por difíciles que sean, ya que, de lo contrario, la actividad profesional se puede ver afectada negativamente.
Es la memoria a corto plazo que permite almacenar y manipular la información para realizar tareas complejas. En el entorno laboral, la memoria operativa es importante para el razonamiento, el lenguaje, la lectura y las habilidades matemáticas.
La memoria de trabajo permite, por ejemplo, mantener una conversación a la vez que se retienen algunos conceptos clave para analizarlos y así dar las respuestas adecuadas. O anotar las principales ideas de un discurso, mientras se sigue prestando atención al desarrollo del propio discurso.
Si una persona tiene limitaciones en la memoria de trabajo, esto le supondrá grandes dificultades para, por ejemplo, seguir aquellas instrucciones que contengan diversos pasos, ya que le será complicado tener en mente el siguiente paso mientras ejecuta el presente.
Es por todo ello que la memoria de trabajo o memoria operativa resulta clave para el desarrollo profesional.
Es la capacidad de adaptarse a condiciones cambiantes y modificar los esquemas, si es necesario. Facilita tener en cuenta las perspectivas de los demás, por lo que resulta imprescindible, sobre todo, para el trabajo en equipo.
Las dinámicas de trabajo en grupo requieren de la capacidad de entender los puntos de vista ajenos, aunque difieran mucho de los propios, y ser capaz de integrarlos, con el fin de encontrar una solución que tenga en cuenta la opinión de cada una de las personas que forman el equipo.
Todo ello es posible gracias a la flexibilidad cognitiva, lo que la convierte en un elemento clave para el desarrollo profesional.
Es la capacidad de aplicar los conocimientos a la búsqueda de soluciones. A nivel laboral, la capacidad de resolución de problemas es uno de los aspectos más valorados por las empresas.
De acuerdo con el estudio Soft Skills 4 Talent de ManpowerGroup, la capacidad de resolver problemas será la competencia social que más valorarán las empresas en el 2021, según el 69% de los responsables de recursos humanos encuestados.
Y es que disponer de la capacidad para resolver problemas de manera eficaz y ágil es un gran activo para las empresas. Aquellas personas que son capaces de actuar proactivamente, sin perder el tiempo, que encuentran las soluciones más apropiadas para cada situación, analizando también la repercusión a medio y largo plazo, son, sin lugar a dudas, elementos clave que preservar en cualquier empresa.
Los procesos cognitivos son una de las áreas de conocimiento que se desarrollan en la convocatoria de Santander Open Academy Skills | Upskill your talent – ESADE, dirigida a estudiantes universitarios y jóvenes profesionales que están terminando su formación o iniciando su carrera profesional.
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