¿Has oído hablar en alguna ocasión de las 5 C del trabajo en equipo? Según un estudio de la empresa de selección y trabajo temporal Walters People, cerca de la mitad de los jóvenes enmarcados en la llamada generación Z ―un 49% de los encuestados― afirma encontrarse más a gusto trabajando en solitario. Sin embargo, la colaboración sigue siendo fundamental para las empresas, que tienden a buscar perfiles que se adapten al grupo.
Más allá de las posibles razones que puedan esgrimir los recién llegados al mercado laboral para impulsar el trabajo individual, el método de las 5 C del trabajo en equipo se implementa cada vez con más frecuencia en organizaciones punteras. Se trata de un sistema de colaboración que merece la pena conocer por sus implicaciones en la gestión de proyectos grupales.
Para desarrollar el método de las 5 C del trabajo en equipo, Tom Peters, escritor experto en gestión empresarial, investigó en profundidad los sistemas de trabajo en diversos equipos de alto rendimiento. Gracias a la información recopilada, identificó una serie de características recurrentes que sirvieron para extraer una serie de conclusiones aplicables al ámbito empresarial.
Para comprender esta metodología, es fundamental que no perdamos de vista la colaboración como factor esencial. De hecho, las habilidades relacionadas con las 5 C se asocian a individuos que destacan en el trabajo colaborativo y que se desenvuelven con soltura tanto en las interacciones con sus compañeros como en el trato con sus superiores o subordinados. Ahora bien, ¿cuáles son estas capacidades que resultan tan interesantes a las empresas?
La comunicación es el hilo conductor en cualquier proceso productivo que implique a más de una persona. Sin este elemento, no se podría llevar a cabo ningún proceso. Sin embargo, no basta con que exista, sino que, para que sea efectiva, debe presentar ciertas características: conviene que sea fluida, bidireccional y, muy importante, que funcione tanto en sentido horizontal ―entre compañeros― como vertical ―entre superiores y empleados―.
La comunicación horizontal es la que mantienen los miembros de un equipo y debe ser constante, de modo que la información relativa a los proyectos esté al alcance de todos. En cuanto a la interacción entre los superiores y los empleados que conforman los equipos, se recomienda que sea transparente y lo más cercana posible, ya que esto propicia el bienestar individual, un ambiente laboral positivo y, por consiguiente, un mejor rendimiento.
La segunda de las 5 C del trabajo en equipo es la cualidad que asegura que cada miembro sepa cuál es su papel, cómo desarrollarlo y cuándo debe llevarlo a cabo. Nos referimos a la coordinación y, lejos de lo que se suele pensar, no es algo que dependa en exclusiva del líder del grupo, si bien esta figura tiene un peso importante en su gestión.
Para garantizar que haya una buena coordinación en el proceso, es esencial que los superiores conozcan a sus empleados, estén familiarizados con sus principales talentos y capacidades e, incluso, sepan cómo interactuar con ellos de manera personal. Además, si los miembros del equipo también se conocen entre sí, los procesos son más productivos y eficientes, ya que se aprovechan las principales habilidades de cada uno de ellos en el momento más adecuado del proyecto.
En muchos procesos no basta con asignar a cada miembro una tarea individual por separado, sino que conviene llevar a cabo un trabajo conjunto entre dos o más empleados. De ahí que la versatilidad y la adaptabilidad sean dos de las cualidades más valoradas por las organizaciones a la hora de contratar. Estos atributos facilitan la complementariedad, otra de las 5 C del trabajo en equipo.
Por supuesto que explotar los talentos individuales de cada trabajador es fundamental, pero también es enriquecedor poder aunar fuerzas o prestar apoyo en áreas del proyecto que no se vinculan de forma tan directa con las habilidades más destacadas de cada miembro. De este modo, se fomenta la creatividad y la eficiencia en los trabajos colaborativos, lo que suele ser sinónimo de éxito en los resultados.
Una de las cualidades esenciales que observó Peters en su estudio fue la confianza entre los miembros de los equipos. Esta característica nos recuerda que hablamos de seres humanos y que, pese a que el objetivo sea producir de forma más eficiente, también existe un componente emocional en los entornos laborales.
En un equipo consolidado, los miembros que lo componen confían en las aptitudes y actitudes del resto. La confianza es el pegamento que permite que cada uno pueda hacer su trabajo de forma adecuada, sin temor a represalias profesionales o personales. Además, se trata de una característica que los superiores deben cumplir, de lo contrario el ambiente y el rendimiento del equipo se verán afectados.
La última de las 5 C del trabajo en equipo está relacionada con la cualidad anterior, ya que el compromiso parte de la confianza. En este sentido, cuanto mayor sea la relación entre individuos y, sobre todo, cuanta más comprensión haya en de los ideales, formas de trabajar y objetivos, mejor funcionará la colaboración.
En este aspecto, los líderes también juegan un papel relevante, dado que está en sus manos aplicar herramientas para generar compromiso y fortalecer el grupo. Un ambiente positivo genera las condiciones propicias para que la implicación se dé de manera natural, sin embargo, se puede impulsar al ofrecer incentivos comunes que dependan del trabajo en equipo.
Como se ha visto, las 5 C del trabajo en equipo son complementarias. De esta manera, aunque cada característica por sí sola ya puede aportar beneficios a cualquier equipo, la aplicación de las cinco crea sinergias que incrementan las ventajas:
La calidad del trabajo aumenta y los resultados mejoran, gracias a la unión de capacidades.
Se fomenta el intercambio de conocimientos, lo que conduce a un mayor aprendizaje y capacitación de los miembros del equipo.
El ambiente laboral se vuelve más positivo, lo que repercute en un aumento del compromiso, la motivación y el rendimiento de los trabajadores.
Más allá de contar con las cualidades de las 5 C del trabajo en equipo, es importante mostrar una predisposición a la colaboración y, por supuesto, evitar caer en comportamientos que propicien el conflicto. Hay que tener en cuenta que todas estas habilidades se pueden aprender con la práctica, pero, para lograrlo, es imprescindible actitud y predisposición, aspectos que las organizaciones valoran incluso más que el talento.
Si analizamos esta metodología, vemos que ninguna de las 5 C define el buen ambiente en el entorno profesional, sin embargo, forma parte o es consecuencia de todas ellas. Teniendo en cuenta que las 5 C tienen como objetivo final mejorar la eficiencia y la productividad, el estado de ánimo de los empleados es un factor esencial, y las empresas están empezando a darle prioridad.
Al explorar este modelo de trabajo, podemos afirmar que la capacidad de poner en práctica cada una de las 5 C del trabajo en equipo implica el desarrollo de soft skills. De hecho, la aplicación de las 5 C no solo mejora el ambiente y la productividad en tareas grupales, sino que, además, resultan atributos atractivos para las empresas a la hora de contratar perfiles profesionales.
Lejos de lo que se suele creer, las habilidades blandas también se pueden aprender, tanto a través de la experiencia como mediante la capacitación adicional. Las 5 C del trabajo en equipo no son una excepción, e incluirlas en tu lista de capacidades incrementará tus posibilidades de crecimiento profesional, sobre todo, a la hora de liderar grupos.
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