La irrupción de la automatización y la inteligencia artificial en el empleo tendrá, y está teniendo ya, un efecto sobre el mercado laboral que los economistas se esfuerzan por analizar. De manera simplificada, los economistas han identificado dos tipos de efectos: un efecto destructor de empleo, que es el resultado de la sustitución de ciertas tareas por máquinas, y un efecto transformador, que requiere que los trabajadores se adapten a las nuevas herramientas tecnológicas.
¿Cómo se mide el riesgo de automatización en una ocupación? ¿Y qué impacto tiene la digitalización en las oportunidades de empleo de los egresados universitarios que acceden al mercado laboral?
El riesgo de automatización de una ocupación depende de las tareas que se llevan a cabo en ella. En términos generales, las ocupaciones en las que se realizan tareas repetitivas y predecibles, como la transcripción de datos, la fabricación en línea de montaje o la contabilidad básica, son más susceptibles de ser reemplazadas por máquinas. En cambio, las ocupaciones que requieren habilidades sociales, creatividad, toma de decisiones o resolución de problemas complejos corren menor riesgo de automatización.
Uno de los estudios más influyentes en este campo, aunque ya de 2017, estimó que en EE. UU. hasta el 47 % de los empleos podrían estar en riesgo de desaparecer en los próximos 10 a 20 años debido a la automatización. Sin embargo, su enfoque basado en ocupaciones ha sido criticado por no considerar aspectos como la capacidad de los trabajadores para adaptarse a nuevas herramientas tecnológicas y modificar sus tareas en respuesta a la digitalización.
Para abordar esta limitación, otros investigadores desarrollaron una métrica para evaluar los avances de la inteligencia artificial en el empleo. Estos autores, en lugar de centrarse solo en qué trabajos desaparecerán, estiman cómo la inteligencia artificial está reconfigurando las habilidades y tareas a nivel de ocupaciones, midiendo de este modo los efectos transformadores de la digitalización.
Nosotras hemos realizado una nueva clasificación de las ocupaciones de los recién egresados universitarios en España en cuatro categorías según su nivel de automatización y transformación tecnológica:
Ocupaciones dentro del campo de los humanos: son empleos que dependen de habilidades sociales, creatividad y razonamiento crítico, como la enseñanza o la consultoría estratégica. Implican bajo riesgo de automatización y poca transformación tecnológica.
Ocupaciones emergentes: implican baja automatización, pero alta transformación digital. En estos empleos, la tecnología cambia las herramientas utilizadas, pero no sustituye completamente el trabajo humano. Es el caso de los analistas de datos o los diseñadores gráficos que trabajan con inteligencia artificial.
Ocupaciones en riesgo de desaparecer: son empleos con alto riesgo de automatización y baja transformación, que tienden a desaparecer porque sus tareas pueden ser completamente ejecutadas por máquinas. Esto incluye trabajos administrativos, del sector manufacturero tradicional y ciertos roles contables.
Ocupaciones dentro del mundo de las máquinas: afrontan tanto una alta automatización como una fuerte transformación tecnológica. En estos casos las tareas son absorbidas por la tecnología, pero también requieren una adaptación por parte del trabajador. Algunos ejemplos son los operadores de máquinas automatizadas en fábricas o los asistentes de atención al cliente con inteligencia artificial.
Esta clasificación permite entender qué ocupaciones se verán más afectadas por la digitalización y qué habilidades serán más demandadas.
Uno de los hallazgos más interesantes del estudio es que solo el 15 % de los egresados universitarios en España ocupan trabajos con un alto riesgo de automatización. Este porcentaje es significativamente menor que el estimado para la población general, lo que indica que la educación universitaria sigue protegiendo en gran medida a los trabajadores del impacto de la inteligencia artificial en el empleo y, por consiguiente, del desempleo tecnológico; sin embargo, esto no significa que los graduados estén exentos de los efectos de la digitalización.
Las disciplinas STEM -Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas- son las que presentan un menor riesgo de automatización, ya que sus conocimientos son altamente demandados en la economía digital. Profesiones como la ingeniería de software, la ciencia de datos o la ciberseguridad han experimentado un crecimiento significativo de la demanda y seguirán siendo esenciales en el futuro.
En contraste, los egresados de áreas como humanidades, ciencias sociales y administración de empresas pueden verse sometidos a mayores desafíos si no desarrollan habilidades digitales complementarias. Trabajos como la redacción de informes, la gestión de recursos humanos y algunas áreas del derecho están experimentando un cambio significativo en sus tareas diarias debido a la automatización.
Más allá de la carrera elegida, hay otros factores que pueden reducir la vulnerabilidad de un egresado ante la automatización:
Experiencia laboral previa: los graduados que han realizado prácticas o han trabajado antes de finalizar sus estudios tienen mayores posibilidades de encontrar empleos más estables y menos automatizables.
Dominio de idiomas: en un mundo globalizado el conocimiento de varias lenguas sigue siendo un factor diferenciador en muchas ocupaciones, si bien su incidencia puede verse reducida a medida que se incorporen los avances de la inteligencia artificial en este campo.
Habilidades en tecnologías digitales: la capacidad para usar herramientas de análisis de datos, inteligencia artificial, automatización de procesos o programación aumenta significativamente la empleabilidad.
Formación continua: realizar cursos de especialización, másteres y otras formas de educación continua permite a los egresados mantenerse al día con los cambios tecnológicos.
Las universidades desempeñan un papel crucial en la preparación de los estudiantes para un mercado laboral en constante transformación: la enseñanza de habilidades transversales, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la adaptabilidad, es clave para asegurar que los graduados puedan hacer frente a los desafíos de la irrupción de la inteligencia artificial en el empleo.
Además, los programas educativos deben incorporar cada vez más formación en competencias digitales, incluso en disciplinas que tradicionalmente no se han centrado en la tecnología. La combinación de conocimientos especializados con habilidades digitales y de gestión será fundamental para la empleabilidad de los futuros profesionales.
El avance de la automatización y la inteligencia artificial en el empleo están redefiniendo el mercado laboral, pero eso no implica el fin del trabajo humano. En lugar de ello, están transformando las ocupaciones y exigiendo nuevas habilidades a los trabajadores.
Los egresados universitarios, aunque menos expuestos a la automatización que otros grupos, deben adaptarse continuamente a las nuevas exigencias del mercado. La clave para afrontar este desafío radica en la educación continua, la flexibilidad y el desarrollo de competencias digitales y sociales. Solo aquellos que logren combinar estos elementos podrán aprovechar al máximo las oportunidades de la era digital y las posibilidades que brinda la inteligencia artificial en el empleo.
Este artículo se ha publicado en The Conversation