¿Sabías que algunos expertos han llegado a la conclusión de que el aprendizaje de un idioma depende en cierta medida del oído musical? Más allá del estudio y la práctica, hay personas que cuentan con un oído privilegiado con el que pueden escuchar con mayor precisión la lengua y comprenderla de una manera más intuitiva. A esta facultad, además, se suma la capacidad de abstracción, esencial para formar frases siguiendo las reglas gramaticales propias del idioma.
No obstante, e independientemente de la capacidad de cada persona, hay idiomas más difíciles que otros. Veamos cuáles son los factores que intervienen en el aprendizaje y cuáles son los ocho idiomas más difíciles de aprender para los hispanohablantes.
Existen varios elementos que influyen a la hora de aprender una nueva lengua, como el oído, la motivación y la exposición ambiental –estar en contacto directo con el idioma desde el momento en que se empieza a estudiar. En este contexto, la inmersión lingüística es fundamental, ya que, gracias a ella, es posible poner en práctica la lengua sin necesidad de traducir todo mentalmente al español.
Sin embargo, otro factor importante que debemos considerar es en qué nuevo idioma se quiere profundizar, dado que no todas las lenguas son igual de complejas. En este sentido, para los hispanohablantes, los idiomas más difíciles de aprender son aquellos que se caracterizan por un alfabeto y una fonética diferente. ¿La razón? Todo se resume en el punto de partida, es decir, en la distancia existente entre la lengua nativa y el idioma de interés o, dicho de otro modo, si ambos idiomas comparten o no raíz. Algunos elementos que marcan esta diferencia son la presencia o ausencia de géneros, de tiempos verbales o la estructura de las oraciones.
Como has podido observar, no es sencillo determinar cuáles son los idiomas más difíciles de aprender, dado que cada uno de ellos cuenta con sus propios rasgos que, vistos desde la perspectiva del hispanohablante, pueden suponer un obstáculo o una ventaja.
No obstante, de lo que sí que se puede estar seguro es de que con una enseñanza adecuada, una práctica constante y una fuerte pasión por el idioma es posible desenvolverse mejor en otros países. Además, el aprendizaje de un nuevo idioma fomenta el desarrollo de otras habilidades transversales, como la memoria, la comprensión lectora o la capacidad comunicativa, lo que permite alcanzar más –y mejores– oportunidades laborales.
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