Son muchas las razones por las que nos podemos encontrar con la necesidad de demostrar nuestros conocimientos de un idioma extranjero: desde aspirar a un puesto de trabajo hasta poder acceder a determinados títulos, cursos o becas. La manera más habitual y con garantías de hacerlo es conseguir las titulaciones de las Escuelas Oficiales de Idiomas (EOI), reconocidas en el ámbito nacional. Pero ¿qué recursos digitales ayudan a preparar exámenes oficiales de idiomas? ¿Qué necesito saber antes de presentarme?
Antes de empezar, debe identificar su nivel actual y el nivel al que aspira a examinarse. Después, averigüe el formato de la prueba y practique, practique y practique, es decir, escriba, hable, lea y escuche en ese idioma.
Los exámenes oficiales de acreditación de idiomas responden a los descriptores del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCER, Consejo de Europa, 2001, 2020). Se establecen seis niveles y tres usuarios. Los seis niveles van desde el más básico, A1, hasta el más competente, C2.
El usuario básico (niveles A1 y A2) comprende y utiliza expresiones de uso cotidiano y personal e interactúa de manera sencilla siempre que el interlocutor hable despacio. El usuario independiente (B1 y B2) se envuelve en textos y contextos más avanzados con una fluidez más natural. El usuario competente (C1 y C2) comprende prácticamente cualquier tipo de texto y se expresa de manera espontánea y con fluidez en situaciones complejas.
La versión más reciente del MCER (2020 en inglés, 2021 en español), sigue destacando, dentro de su programa de Política Lingüística, la importancia de la diversidad, el plurilingüismo y el aprendizaje de idiomas.
Contar con una acreditación oficial de idiomas es una motivación para el alumnado o profesional que quiera acceder a un contexto internacional e intercultural. Resultaría eficaz combinar aprendizaje autónomo, a través de recursos digitales, con aprendizaje comunicativo e interactivo presencial. Las empresas multinacionales demandan ciudadanos que se comuniquen en inglés con, al menos un B2. Por supuesto, suma saber otras lenguas.
Los exámenes oficiales garantizan la habilidad comunicativa y validan el nivel idiomático del estudiante. Distintas asociaciones de lingüistas, ACLES o Asociación de Centros de Lenguas en la Enseñanza Superior en España; EALTA, ALTE] o ILTA, de ámbito europeo e internacional, se reúnen periódicamente para compartir buenas prácticas y avances en acreditación de idiomas.
En España, la ACLES y las Escuelas Oficiales de Idiomas (EOI) convocan y expiden certificados oficiales de los seis niveles. Los exámenes de las EOI están respaldados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional y se reconocen a nivel nacional, mientras que los exámenes CertAcles tienen reconocimiento europeo.
El formato del examen es común. Se elaboran para demostrar la competencia idiomática en las cuatro destrezas, modos o funciones de la lengua: expresión oral y escrita, recepción oral y escrita, interacción (con otros usuarios, con un texto multimedia) y mediación (de conceptos, de textos, de contextos).
Centros como la Alianza Francesa, el Goethe Institut o el Instituto Cervantes ofrecen sus exámenes oficiales DELF-DALF (francés), Goethe-Zertifikat (alemán) y DELE (español) por todo el mundo.
Distintas herramientas digitales facilitan la adquisición del idioma y el entrenamiento de la prueba a la que se quiere acceder. La práctica frecuente mejora la competencia comunicativa y la confianza del aprendiz a realizar el examen en tiempo y forma.
Comencemos con el inglés, como lengua franca internacional y por ser el idioma más demandado en pruebas de acreditación. Además de las guías informativas o _booklets_, que describen el formato de la prueba y cómo prepararla, Cambridge English, por ejemplo, ofrece los recursos: Speak & Improve y Write & Improve.
Con Speak & Improve, el robot Sandi hará preguntas, pedirá al usuario que lea y produzca varios discursos o describa imágenes en un tiempo preciso. Dependiendo de las respuestas, recibirá un informe con un resultado y su nivel (B1, B2 o C1, por ejemplo), valorando la fluidez, entonación y pronunciación, y el léxico empleado en el discurso. El usuario puede escucharse, volver a grabarse, y continuar interactuando con Sandi. Está basado en inteligencia artificial.
Write & Improve es igualmente gratuita e invita al candidato a escribir y mejorar su producción escrita, recibiendo una evaluación y un nivel tras cada tarea realizada. Otros recursos como Englishaula.com ofrecen ejercicios para las cuatro destrezas de la prueba idiomática, previa inscripción.
Para distintos idiomas, el PROCOMÚN es una red de Recursos Educativos en Abierto (REA). Ofrece material digital y multimedia para practicar distintas lenguas y en diversos niveles educativos.
En una línea similar, el Centro de Recursos para el Aprendizaje Autónomo de Lenguas (CRAAL) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ayuda a filtrar información, seleccionando, por ejemplo, el idioma (inglés), el nivel (B2) y la habilidad que se desea reforzar (certificación). Tal y como se muestra en la imagen, se accede a un amplio número de recursos impresos y digitales.
Además, la asociación ILTA (International Language Testing Association) propone un listado de enlaces a recursos multimedia (vídeos, pódcasts, escenarios o contextos...) para la preparación de idiomas. Algunos son:
En la siguiente tabla se pueden ver algunos exámenes oficiales de idiomas reconocidos por la ACLES y las Mesas Lingüísticas de la CRUE. Muchas EOI y Centros ACLES ofrecen sus exámenes oficiales en distintos idiomas y niveles en toda España.
Aprender idiomas no es una asignatura pendiente que se aprueba y listo. Es una competencia transversal que se aprende y se mejora a lo largo de la vida. Se desarrolla constantemente en distintos ámbitos profesionales, educativos y cotidianos.
Es posible a todas las edades, aunque preferible en edades tempranas. Aprender idiomas permite comunicar, expresar, sentir, escuchar y leer, interactuar y mediar ante un mensaje no bien interpretado, ya sea de manera oral o escrita.
Este artículo se ha publicado en The Conversation.
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