Joseph Schumpeter, un destacado economista austro-estadounidense, señala que: “En la empresa, la estrategia es la reina. El liderazgo y el trabajo duro están muy bien y la suerte ayuda, pero es la estrategia la que hace o rompe la empresa”. Y es que, en un mercado tan competitivo como el actual, la estrategia corporativa resulta un elemento esencial para toda organización, al margen de su tamaño.
Sin una buena planificación, una empresa se convierte en un proyecto sin rumbo ni objetivos, por lo que esta encontrará diversas dificultades para seguir creciendo. Por esta razón, si quieres saber en qué consiste la estrategia corporativa, qué tipos hay, qué debes tener en cuenta a la hora de diseñarla y por qué debes tener una, te lo contamos a continuación.
La estrategia corporativa de una empresa permite diseñar un plan específico en el que se definen las acciones que se deben ejecutar para crecer de manera satisfactoria a lo largo del tiempo. Dicho de otra forma, es la ruta o guía que se debe seguir para alcanzar los objetivos propuestos.
Aunque puedas pensar que se trata de algo que solo deben poseer las grandes corporaciones, la realidad es que cualquier tipo de organización debería tener una estrategia bien definida, ya que esta permite:
En definitiva, confecciona una visión completa de todo lo que hay que realizar a medio y largo plazo, así como los puntos que se deben potenciar para alcanzar las metas establecidas.
Antes de definir una estrategia corporativa, es necesario definir cuál será el enfoque que esta misma va a tomar, ya que esto marcará el conjunto de acciones que se deberán planificar. En este sentido, existen los siguientes tipos de estrategia corporativa:
Estrategia de estabilidad: si una empresa está satisfecha con su nivel de ventas y volumen de mercado actual, deberá aplicar una estrategia de estabilidad. Esta permite mantener la situación de la empresa, así como su rendimiento y rentabilidad.
Estrategia de crecimiento: las acciones de una empresa están enfocadas en seguir aumentando su presencia en el mercado. El objetivo será aumentar las ventas, los beneficios y el valor de su marca. Para ello, se crean nuevos productos o la empresa se introduce en nuevos mercados.
Estrategia de contracción: también existe la opción de generar una estrategia que permita reducir el volumen de operaciones en torno a una empresa, como reducir el número de referencias o seleccionar los segmentos más rentables.
Existen ciertos aspectos claves que todas las empresas deberían tener en cuenta a la hora de diseñar su estrategia. Una de las herramientas más utilizadas para llevar esto a cabo es la matriz de Ansoff, una técnica de análisis estratégico que permite identificar las oportunidades de crecimiento de una organización.
La matriz de Ansoff permite relacionar los productos y los mercados, estableciendo una diferencia entre los actuales y los nuevos. Gracias a esta herramienta, es posible explorar diferentes acciones que pueden ayudar a construir la estrategia corporativa. Esta matriz ofrece las siguientes estrategias de crecimiento:
Penetración de mercado: el objetivo de esta estrategia es aumentar la cuota de los mercados que ya se conocen y con productos que ya se tienen a la venta. En este sentido, las ventas se pueden aumentar a través de acciones publicitarias, promociones especiales y diferenciándose de la competencia.
Desarrollo de nuevos mercados: otra opción que plantea la matriz de Ansoff es poner a la venta productos actuales en mercados que aún no se han explorado. Esto puede ir desde identificar nuevos segmentos de consumidores hasta empezar a comercializar nuestros productos en el extranjero.
Desarrollo de productos: también se puede optar por crear nuevos productos para ponerlos a la venta en mercados ya conocidos. El objetivo es producir productos innovadores que tengan un punto diferencial como, por ejemplo, calidad, ciertas funcionalidades, un diseño peculiar o cualquier otra característica que pueda ser relevante.
Diversificación: por último, también es posible optar por una estrategia de diversificación. Esta consiste en generar nuevos productos que permitan introducirse en nuevos mercados. Es decir, abrir otra línea de negocio totalmente diferente a la que se dispone en la actualidad.
Asimismo, además de tener en cuenta estas estrategias, con el fin de que la empresa crezca, es imprescindible contar con dos elementos más: la digitalización y la innovación.
Por un lado, hay que confeccionar una estrategia totalmente digital, la cual permita obtener ventajas competitivas gracias al uso de la tecnología. Por el otro, se debe invertir en I+D para innovar procesos, ya que la innovación y la creatividad deben estar en el centro de cualquier empresa que tenga como objetivo ser una de las referentes de su sector.
Hasta ahora se han mencionado algunos puntos importantes que se deben tener en cuenta a la hora de diseñar una estrategia corporativa. Sin embargo, ahora veremos paso a paso cómo se puede diseñar una.
El primer paso para diseñar cualquier tipo de estrategia corporativa es realizar un análisis de la situación actual. Esto permitirá detectar cuáles son las necesidades actuales, qué objetivos se pueden alcanzar o qué tipo de estrategia se quiere llevar a cabo. Para ello, se puede utilizar la herramienta de análisis DAFO, que permite evaluar de forma sencilla las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades que se tienen.
Una vez que se conoce el estado actual en el que se encuentra la empresa, es el momento de apuntar hacia dónde se quiere ir. Habrá que decidir qué tipo de estrategia corporativa se va a emplear y qué objetivos se quieren alcanzar a medio y largo plazo. Para ello, es fundamental pensar qué tipo de organización quieres conseguir y proponerte metas realistas, esto es, establecer los objetivos SMART o inteligentes.
Los objetivos y los recursos son dos puntos que están directamente relacionados. Si tus recursos son limitados, te será muy complicado alcanzar grandes objetivos. Es por ello que debes definir qué recursos materiales, humanos, económicos y sociales necesitas para alcanzar los objetivos marcados. Si este punto resulta algo complicado, es aconsejable acudir a un consultor externo para que pueda guiarte.
Independientemente de la estrategia corporativa que se vaya a ejecutar, es importante tener muy claras tanto la misión como la visión de la empresa. Esta te va a permitir identificar el motivo de su existencia, sus valores o la filosofía empresarial, es decir, su identidad. Y es que el hecho de ser fieles a los principios hará posible elegir el camino más adecuado en cada momento.
Ahora que ya tienes claro quiénes sois, cuál es la situación actual y hacia dónde te diriges, hay que averiguar cómo vas a lograrlo. El siguiente paso será definir el conjunto de acciones que deberás realizar a corto, medio y largo plazo si quieres alcanzar las metas que te has propuesto.
La tecnología, la innovación y la automatización pueden ser grandes aliados a la hora de aumentar el rendimiento de las acciones, por lo que es el momento de integrarlas en la estrategia corporativa.
En este punto, ya debería estar bastante bien definida la estrategia corporativa y la única forma de saber si se ha acertado en el planteamiento es ponerla en marcha tan pronto como sea posible. Esto es, ha llegado el momento de iniciar y empezar a ejecutar el nuevo plan.
La única manera de saber si una estrategia corporativa está funcionando de manera adecuada es haciendo uso de indicadores o KPI 's, de ahí la importancia de definir qué indicadores son importantes y hacer un seguimiento exhaustivo de estos mismos: número de ventas, facturación mensual, coste medio de la orden de compra, etc.
Gracias a estos indicadores, será muy sencillo elaborar todo tipo de informes que te permitan evaluar si la estrategia corporativa es acertada o no. Tan solo hay que analizar si los números encajan con los objetivos marcados.
En caso de que esto no sea así, será necesario modificar los puntos erróneos de la estrategia corporativa. Recuerda que este documento no tiene por qué ser estático: debe revisarse y actualizarse de forma constante para adaptarse a la situación actual y lograr así una mejora constante.
Tener una estrategia corporativa bien definida permite actuar de una manera más segura. Además, se dispone de las herramientas para comprobar si se está yendo por el camino correcto o si, por el contrario, se debe cambiar de rumbo. Es decir, resulta más fácil manejar los imprevistos o dificultades que puedan surgir y tomar decisiones más inteligentes.
Por otro lado, una buena estrategia corporativa facilita crear alianzas estratégicas que pueden contribuir a ser más eficientes, mejorar la calidad de los productos, reducir costes, apostar por la innovación tecnológica o conseguir nuevos inversores.
Sin embargo, como puedes ver, la administración de empresas es un campo de estudio interminable, por lo que adquirir nuevas habilidades y conocimientos de manera constante resulta imprescindible si se quiere liderar con solvencia las organizaciones y así contribuir a su éxito.
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