¿Te imaginas un equipo de fútbol en el que todos los jugadores fueran delanteros? ¿Quién cubriría la portería, defendería el área de los ataques del contrincante o quién se encargaría de avanzar el balón hasta el campo contrario?
“La fuerza radica en las diferencias, no en las similitudes". Esta cita de Stephen R. Covey, reputado experto en management, resume a la perfección la importancia de contar con un equipo multidisciplinario o interdisciplinario en cualquier ámbito, incluido el empresarial.
En un mundo complejo, donde se requieren soluciones globales para ser competitivo, es indispensable integrar diferentes perfiles que aporten una respuesta holística a cualquier actividad de la empresa. Es aquí donde entran en juego los equipos multidisciplinarios.
En este sentido, un equipo multidisciplinario se configura como un equipo de trabajo conformado por profesionales provenientes de diferentes disciplinas complementarias que se unen para lograr un objetivo común. Puede ser para el lanzamiento de un nuevo producto o servicio, el diseño de una mejor experiencia de cliente o la actualización de la página web.
El objetivo es lograr que cada individuo ponga al servicio de las metas comunes su experiencia, conocimientos, puntos de vista, personalidad y habilidades para que esta confluencia de fuerzas dé mejores resultados. Por ejemplo, si le das un ladrillo a un grupo de arquitectos, todos lo usarán para construir un edificio, pero, si incorporas al equipo a un artista, este mismo verá el bloque como un lienzo, abriendo la panorámica a nuevas posibilidades. Es decir, si bien el resultado del equipo no era más que la suma de los factores en los grupos de trabajo tradicionales, en el caso del equipo multidisciplinario, uno más uno es mucho más que dos.
Aunque esta convergencia de perfiles profesionales diversos pueda parecerte un hándicap, lo cierto es que las investigaciones científicas ponen de manifiesto que los grupos de trabajo con una amplia diversidad presentan multitud de ventajas para lograr equipos de alto rendimiento. En este sentido, a continuación, te presentamos los beneficios que conllevan.
Aunque muchas veces son empleados como sinónimos, no debes confundir el equipo multidisciplinario con el equipo interdisciplinar. En este último grupo de trabajo, la unión de los miembros del grupo es más colaborativa. Supone, por tanto, un paso más en cuanto a la cohesión de los equipos de trabajo.
Para que puedas visualizarlo, el equipo multidisciplinario funciona como una especie de cadena de montaje, donde un profesional realiza sus aportaciones basándose en su conocimiento y las pasa a otro compañero, que hace lo propio dentro de su disciplina, y así sucesivamente. Todos aportan, dado que cada integrante se centra en los objetivos asignados desde su propia perspectiva, pero no interactúan entre sí, porque no transgreden sus áreas de conocimiento. Es decir, actúan de forma yuxtapuesta y la comunicación entre los miembros del equipo multidisciplinario se limita en ponerse al día sobre los avances de cada profesional en su área.
En cambio, el equipo interdisciplinar opera de una forma más iterativa e integradora, como una sesión de lluvia de ideas, donde los conocimientos se exponen, se analizan, se cuestionan y se reformulan con base en las conclusiones alcanzadas de una forma más dinámica. En este caso, los componentes del equipo utilizan sus conocimientos especializados, tanto los propios como los que generan a raíz de la experiencia de los demás miembros, para trabajar en las metas comunes. De esta manera, la comunicación en el equipo interdisciplinar es muy intensa y conlleva un feedback constante que permite a cada integrante retroalimentarse con las ideas de los demás.
Por tanto, el equipo multidisciplinario y el interdisciplinario tienen en común que están compuestos por diferentes perfiles profesionales y basan su razón de ser en la aportación de un enfoque más global a la hora de resolver problemas de la compañía, ya sea de forma permanente o temporal. Sin embargo, la manera en la que operan en la práctica es lo que diferencia a un equipo y al otro.
Como consecuencia de esta mayor retroalimentación, los equipos interdisciplinares comparten las mismas ventajas que un equipo multidisciplinario, pero, además, suman otros valores añadidos. En concreto, permiten reforzar las destrezas de cada profesional, que se enriquecen con los conocimientos, experiencias y habilidades del resto de compañeros.
Asimismo, este ambiente de trabajo colaborativo insufla el sentimiento de pertenencia de los empleados, incrementando aún más su implicación y rendimiento. Junto a esto, al existir una comunicación fluida y constante entre el grupo, el entorno laboral es más abierto y participativo.
Eso sí, del mismo modo que las ventajas de esta unión de perfiles profesionales presentan un plus extra en los equipos interdisciplinares, lo mismo ocurre con los contras de este tipo de grupos de trabajo. Así, en un equipo multidisciplinario es posible que se produzcan retrasos en los proyectos por la intervención de diferentes expertos en un mismo asunto. Sin embargo, en el equipo interdisciplinar, estas dilaciones pueden ser más graves, ya que el proceso de interacción es más intenso y la búsqueda de puntos de vista cohesionados puede requerir más tiempo.
Del mismo modo, si los equipos no se lideran de manera adecuada, pueden surgir conflictos entre los integrantes. Por ejemplo, este sería el caso de aquellos empleados que presentan una actitud conformista y dejan que sean los otros profesionales quienes aporten ideas innovadoras; o todo lo contrario, trabajadores que buscan destacar y minimizan las aportaciones del resto de compañeros. En este caso, como en el equipo multidisciplinar cada experto se encarga de su área de conocimiento, este riesgo es menor que en el equipo interdisciplinar, donde las relaciones interpersonales son más frecuentes y tienen mayor probabilidad de generar controversias en el grupo.
A pesar de todo, debes tener en cuenta que no todo el mundo está preparado para trabajar en equipo, aunque las empresas demandan cada vez más esta forma cohesionada de trabajar. De ahí nace la necesidad de desarrollar habilidades blandas como la comunicación, la escucha activa, la asertividad o el trabajo en equipo con el fin de mejorar la capacidad de interactuar desde una posición de equilibrio en los roles.
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