¿Sabías que, según un estudio de la Universidad de California, un trabajador tarda hasta 23 minutos en concentrarse de nuevo después de una interrupción? Si pensamos en la cantidad de veces que nos desconcentramos durante la jornada laboral y lo multiplicamos por estos 23 minutos de recuperación, lo cierto es que la productividad, el bienestar y el impacto de nuestro trabajo caen en picado.
Una de las características más valoradas en empleados y, sobre todo, en líderes, es la capacidad de obtener buenos resultados de forma constante y eficiente. En este sentido, varios estudios han demostrado que, en la actualidad, se trabaja mejor en ráfagas de atención cortas y concisas que suelen durar entre cuatro y diez minutos.
Entonces, ¿qué es lo que se interpone principalmente entre el trabajador y una buena productividad? La respuesta es clara: las distracciones. En este artículo, te presentamos cuáles son las distracciones más habituales en el entorno laboral y te compartimos algunos consejos para combatirlas.
De acuerdo con un informe de Udemy and Toluna, el 80% de los encuestados señala que, con diferencia, el principal motivo de distracción en la oficina es la comunicación con compañeros de trabajo. Sin ir más lejos, muchos estudios avalan que tanto el hecho de hablar cara a cara con compañeros de trabajo como comunicarse con ellos de forma online son el origen de gran parte de los problemas de concentración en el entorno laboral a día de hoy.
Y es que, por ejemplo, mientras que en el año 1970 un trabajador recibía unas 1.000 comunicaciones anuales, en el año 2010, esta cifra ya ascendía a 30.000. Aún más, el número de inputs que un trabajador recibe a diario se multiplica de manera exponencial cada año. De hecho, en la actualidad, según Radical Team Group, se llevan a cabo 269 mil millones de comunicaciones cada día en todo el mundo. ¿Imaginas cuántas distracciones representan en una sola jornada laboral?
Sin embargo, esta no es la única distracción a la que hacen frente los trabajadores, sino que a esta se suman otras que también son muy habituales. En este sentido, el mismo informe de Udemy, mencionado anteriormente, señala que otros ejemplos de distracciones comunes en el ámbito laboral son el ruido en la oficina (70%), la alteración que producen los cambios en el trabajo (61%) —lo que también podríamos llamar como falta de estructuración o de definición de roles—, las reuniones recurrentes (60%) y las redes sociales (56%).
Por extraño que parezca, las redes sociales ocupan el quinto puesto, aunque, año tras año, el porcentaje de usuarios va a la alza. Tal y como se muestra en el informe Digital 2022 Global Overview Report de Hootsuite y We Are Social, el uso de redes sociales creció a una tasa promedio de 13.5 nuevos usuarios por segundo en 2021.
Las distracciones, en realidad, no son otra cosa que “una atención desplazada”. Daniel Goleman, autor del superventas Focus, afirma en este mismo libro que “dirigir la atención hacia donde se necesita es una de las tareas principales del liderazgo”. Y es que, si evitas este fenómeno, no solo conseguirás que tu jornada sea más productiva, sino que alcanzarás un mayor bienestar emocional.
Si bien hay distracciones que cuestan eliminar de nuestras vidas, sí que existen algunos consejos que puedes seguir para intentar reducirlas al máximo. Para ello, las tres estrategias más usadas son las siguientes:
Desactivar las notificaciones es una de las mejores ideas que puedes tener si quieres evitar distracciones, pero, si quieres ir más allá, puedes descargarte apps de productividad como Focus To-Do, que combina la técnica Pomodoro con la gestión de tareas, o AppBlock, que te permite bloquear las páginas webs o apps que tú quieras durante el tiempo que decidas. De esta manera, puedes aprovechar estos recursos para bloquear aquellas que supongan un mayor obstáculo para tu concentración.
Como ya hemos mencionado, algunas de las causas y consecuencias más habituales de las distracciones son el malestar emocional, el estrés o la ansiedad de carácter laboral o también personal.
Crear hábitos saludables como, por ejemplo, escuchar música relajante que te aísle del barullo de la oficina o practicar técnicas como la respiración consciente o el mindfulness puede proporcionarte beneficios que van mucho más allá de la productividad: el autoconocimiento, la empatía y la inteligencia emocional son algunas de las habilidades que la meditación puede ayudarte a desarrollar.
Si necesitas un poco de ayuda externa, puedes descargarte apps como The Mindfulness App o Petit Bambou para lograr estar más presente en tu día a día.
Esta idea proviene de una expresión antigua: “si empiezas un día comiéndote una rana, lo peor ya ha pasado y el día solo puede mejorar”. Este concepto tan curioso, del inglés “Eat the frog”, se refiere a que, para ser más productivo, siempre tienes que empezar con las tareas que menos te apetecen con el fin de tacharlas de tu lista de prioridades.
De esta manera, una buena técnica para evitar las distracciones es priorizar de forma clara las tareas y, en primer lugar, quitarse de encima lo más tedioso. En este sentido, dedica entre 60 y 90 minutos seguidos a realizar estas tareas y, después, permítete un descanso de 20 minutos. Esto te permitirá despejar la mente y volver a enfocarte después con más intensidad.
¿Quieres aprender más sobre cómo puedes combatir las distracciones en el trabajo? Con libros como Focus, de Daniel Goleman, o Hyperfocus: Cómo centrar tu atención en un mundo de distracciones, de Chris Bailey, conseguirás identificar y lidiar con las distracciones e interrupciones más comunes.
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