¿Quién decide lo que aprenden los estudiantes en el aula? El recorrido del currículo educativo

26/12/2023 | María Antonia Casanova, Universidad Camilo José Cela

El currículo educativo es protagonista de muchos titulares de noticias y de no pocos debates políticos. En España, los expertos a menudo lamentan que cambie con cada ley educativa y que resulte difícil alcanzar el consenso, ese currículum ideal que no haya que retocar ni modificar durante décadas. Pero, ¿sabemos qué es el currículo escolar, quiénes y cómo lo elaboran, y de qué administraciones e instituciones depende su aplicación final en el aula? 

Cuando los legisladores se plantean la elaboración de un nuevo currículo escolar, se proponen unas metas determinadas. Al hacerlo, diseñan también el perfil de persona que se desea para la ciudadanía actual y futura de acuerdo con la realidad social en la que nos desenvolvemos. El objetivo es una incorporación equitativa de toda la población a la sociedad y al mercado laboral. 

El currículo educativo adaptado al entorno

La elaboración y difusión del currículo dependen, en buena parte, de la estructura de cada país y de su visión de futuro. En concreto, en España, constituida por Comunidades Autónomas con plenas competencias educativas, se trata de adoptar un currículo educativo básico, obligatorio para todas ―de modo que se avale la calidad educativa de toda la población escolar y que los títulos emitidos sean homologables―, pero que deja un margen suficiente para que, después, cada comunidad incorpore contenidos apropiados a su realidad; así se acerca la escuela al entorno y se facilita la comprensión del alumnado sobre la utilidad de lo que aprende. 

No solo las comunidades adaptan ese currículo básico: también los centros docentes disponen de autonomía suficiente como para adecuar los elementos curriculares a su alumnado y a su localización concretos. Esta adaptación se realiza, sobre todo, en lo que se refiere a las estrategias metodológicas y a los modelos de evaluación: dos componentes que permitirán personalizar la educación y ofrecer respuestas a la diversidad de los escolares.

La autonomía pedagógica de cada centro es fundamental también para poder ofrecer una educación inclusiva de calidad, que acepte la diferencia como agente de enriquecimiento, y que atienda a la diversidad específica con las adaptaciones necesarias en cada caso. 

¿Quién elabora el currículo educativo?

La elaboración concreta del currículo escolar que acompaña a la publicación de una nueva ley ―en la que se fijan las metas educativas que debe alcanzar el alumnado al finalizar las etapas anteriores a la universidad― suele encargarse a equipos de expertos en las diferentes áreas o materias que lo van a componer. Estos proponen las competencias, objetivos y saberes básicos que serán obligatorios para el conjunto de la nación, según los diferentes ciclos o cursos en los que se dividen las distintas etapas educativas.

Igualmente, se proponen los criterios de evaluación pertinentes para cada área. En el currículo educativo actualmente en vigor, aparece un “perfil de salida” que refleja las competencias clave que garantizarán la consecución de ese “modelo de ciudadano” deseable mediante la implementación de lo establecido.

El reparto entre estado y comunidades

El currículo básico elaborado por el ministerio ocupa el 50 % del horario lectivo para las Comunidades Autónomas con lengua cooficial, y el 60 % para las Comunidades Autónomas sin ella. Es decir, hay un amplio margen para agregar contenidos de cada comunidad. 

En lo relativo a estrategias metodológicas y procedimientos de evaluación, en el currículo básico, se establecen los modelos generales que deberán seguirse y, en su caso, la documentación oficial obligatoria, pero no sus aspectos concretos. Estos los decide cada centro docente en función de su contexto y del alumnado que atiende. Estos dos elementos curriculares son precisamente los que avalan la atención a la diversidad.

Es habitual que, antes de publicarse oficialmente tanto las leyes como los diseños curriculares, se haga una consulta amplia a determinadas instituciones o especialistas en las materias tratadas y, también, al público en general a través de la web del Ministerio de Educación. Se abre, así, a la participación de todo el que quiera aportar sugerencias de mejora curricular, antes de que se adopte de modo definitivo.

La concreción del currículo en los centros

Cuando cada Comunidad Autónoma ha incorporado las modificaciones necesarias para esa adecuación del currículo educativo a su territorio, los centros deben, a su vez, adaptar los aspectos que consideren necesarios para alcanzar la mejor calidad educativa de su alumnado. Estos aspectos son los referidos a metodología y evaluación, aunque también pueden matizarse saberes básicos, no eliminando los obligatorios, pero sí incorporando otros de interés en su entorno de trabajo.

Se trata, en este caso, de lograr un proyecto institucional que dé coherencia a la educación ofrecida por cada centro docente, de manera que no sean los profesores individualmente los que decidan el modelo educativo que prefieran. Es una labor de todo el claustro que, trabajando por equipos o departamentos, llegue a la concreción de ese proyecto curricular cohesionado, garante de la formación integral del alumnado.

¿Y en las aulas?

Al llegar a la realidad del aula, ya debe estar totalmente decidida toda la ruta pedagógico-didáctica que se debe recorrer en cada ciclo o curso y en cada área o materia curricular. Siempre dentro del marco establecido para el conjunto de la actuación del centro; por lo tanto, respetando los acuerdos alcanzados en cuanto a la secuencia de competencias, objetivos, saberes básicos (conocimientos, destrezas, actitudes), diversificación en la metodología (métodos, estrategias, actividades, recursos) y modelo y procedimientos de evaluación. 

Es evidente que cada nivel y cada área requerirá de tratamientos diferentes y, también, que cada docente desempeñará su función de acuerdo con sus competencias y experiencia adquirida. Sin embargo, lo que importa es que la institución disponga de un proyecto que avale la mejor educación para la población que atiende.

El proceso de concreción en el aula para las etapas de Infantil y Primaria, o al área/materia en las de Secundaria y Bachillerato, consiste en decidir y elaborar las situaciones de aprendizaje mediante las cuales se trabajará con el alumnado y se podrá ir constatando sus avances.

¿Aprenden lo mismo todos los alumnos?

Cada persona es un mundo, y la educación constituye una tarea compleja, responsabilidad de profesionales, familias, entorno social... Una realidad múltiple a la que hay que añadir la singularidad de cada niño o joven que se educa. Aceptando la diferencia como factor de enriquecimiento, resultaría incoherente pretender que todo el alumnado finalizara sus estudios con idénticos aprendizajes, dado que sus capacidades, sus talentos y sus intereses son enormemente variados. 

Desde la publicación de un currículo educativo estatal hasta su llegada al aula, este ha pasado por matizaciones importantes, especialmente en lo referido a conocimientos. Lo importante de este proceso educativo obligatorio no se centra tanto en la adquisición de determinados conocimientos, sino en la adquisición de las competencias que permitan a la persona incorporarse a la sociedad con excelentes oportunidades de éxito. Estas son las que deben estar garantizadas, independientemente de las modificaciones que se hayan introducido.

Objetivos, saberes básicos, metodología y evaluación estarán al servicio de la consecución de las competencias necesarias para llevar adelante una vida digna y satisfactoria. No importa, en nuestra sociedad de la información y del conocimiento, que varíen los conocimientos concretos que alcance el alumnado, pues los tenemos al alcance de un click. Lo que importa es que dichos conocimientos ayuden a formar personas capaces de afrontar su propia vida con la autonomía y el criterio suficientes como para disponer de un proyecto personal en el que involucrarse con entusiasmo.

Este artículo se ha publicado en The Conversation.

 

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