A lo largo de la historia se han producido diferentes hitos que han cambiado el curso de la humanidad. El gran hito de esta época es la cuarta revolución industrial. Para entender esta realidad, es necesario analizar antes qué pasos han conducido a la humanidad hasta esta cuarta revolución industrial (porque, como su propio nombre indica, antes tiene que haber existido una primera, una segunda y una tercera revolución industrial).
La necesidad de reinventarse y de cambiar ha sido lo que ha impulsado al ser humano a progresar y evolucionar. El ser humano lleva en el planeta Tierra cerca de 200.000 años, pero los grandes cambios se han producido precipitadamente, en apenas tres siglos. Actualmente, en pleno siglo XXI, tiene lugar el momento de pleno desarrollo de la cuarta revolución industrial.
Si echas la vista atrás varios cientos o quizá miles de años, el sistema era totalmente distinto: la economía se basaba en la agricultura y la ganadería, primaban los trabajos manuales y el motor era la potencia humana. Llegamos a la primera gran revolución: la revolución agrícola. El ser humano cambió su estilo de vida nómada de cazador-recolector y se estableció en una comunidad con un lugar de residencia fijo. Con ese nuevo modelo, más cómodo, basado en el cuidado del campo y de los animales, quedaban cubiertas las necesidades de comida y cobijo.
Sin embargo, la necesidad de seguir avanzando provocó que durante el siglo XVIII surgiera en Gran Bretaña, y posteriormente se extendiera por el mundo, un nuevo modelo económico y comercial: la industrialización. El gran artífice del cambio fue el ingeniero escocés James Watt, quien, al patentar la máquina de vapor, impulsó el desarrollo de pesadas maquinarias que sustituirían a la primitiva tracción animal.
No obstante, la historia no acaba aquí. Entre los años 1879 y 1914, se produjo lo que se conoce como segunda revolución industrial. En este caso, una de sus figuras principales fue Henry Ford, quien desarrolló el concepto de producción en serie utilizando como gran aliada la electricidad. Esta forma de producir trajo consigo valiosos avances, como la reducción de los tiempos o la optimización de las fábricas.
El ser humano tendría que esperar más de un siglo y sobreponerse de dos devastadoras guerras mundiales para llegar a la tercera revolución industrial: la informática. Las nuevas tecnologías, novedosas formas de comunicación con internet como elemento destacado, o el uso de energías renovables en detrimento de los combustibles fósiles, fueron los pilares sobre los que se sustentó esa era.
En palabras de quien acuñó el término, Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, “la cuarta revolución industrial no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la revolución digital anterior”.
Esta cuarta revolución industrial tiene lugar en el presente y, por este motivo, puedes formar parte de ella. La nueva era no ha roto con el modelo anterior, como sucedió con la primera y la segunda revolución industrial. La cuarta revolución industrial se sirve de la tercera, la revolución digital, para progresar. Internet se ha convertido en la piedra angular del progreso. Los dispositivos conectados a internet (internet de las cosas o IoT, por sus siglas en inglés), la computación en la nube, el análisis de ingentes cantidades de información (conocidas como big data) y la inteligencia artificial se convertirán en las realidades tecnológicas que guiarán a la humanidad durante las próximas décadas.
Aprovechar este impulso está al alcance de todos. La iniciativa, el esfuerzo y la formación son claves para participar activamente en esta nueva revolución tecnológica. Formas parte de la generación mejor preparada de la historia, pero todavía hay algunos campos que son extremadamente novedosos y que requieren un dar un paso más allá y buscar formación que te permita adquirir conocimientos específicos.
Porque, lo cierto es que muchas empresas están perdidas ante los retos de la cuarta revolución industrial, y otras muchas ya están buscando los perfiles profesionales con más futuro para la próxima década. Tanto para las primeras como para las segundas, una buena formación te convertirá en un candidato que tener en consideración en un proceso de selección.
Con tus conocimientos, podrás ayudar a esa empresa a entrar en la nueva era, y te favorecerá tener un perfil que encaje en un nuevo modelo de trabajo que, según el informe un informe Global Human Capital Trends de Deloitte, será muy diferente al que conocemos: coexistirán modelos tradicionales de relación empleado-empresa con nuevos modelos, como redes de talento, trabajadores gig y prestadores de servicios.
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