La oferta actual de certificados de idiomas es fruto de la globalización y la necesidad de establecer estándares comunes para evaluar y certificar las habilidades lingüísticas de los usuarios de una lengua, facilitando la movilidad académica y profesional en un mundo cada vez más interconectado. Su proliferación se debe a la creciente importancia de la comunicación internacional e intercultural, ya sea con fines académicos, profesionales o personales.
En las últimas décadas, diversas instituciones y organizaciones han contribuido al desarrollo y la expansión de los certificados de idiomas para satisfacer las diversas necesidades de los usuarios en todo el mundo. Un conocido ejemplo de estandarización es el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCER), promovido por el Consejo de Europa, en el que se fijaron los tan conocidos descriptores para cada nivel (A1-C2).
Algunos de los exámenes oficiales de idiomas más conocidos en la Unión Europea son los siguientes:
Estos son solo algunos ejemplos. La elección del certificado dependerá del idioma que se quiera certificar y de los objetivos académicos o profesionales.
No todos los exámenes evalúan las mismas destrezas, ni todos coinciden en el número de tareas, ni en los contenidos, ni en la duración de la prueba. Por ello, es importante analizar y elegir el certificado de idiomas que mejor se adapte a las necesidades y metas específicas de cada individuo.
Los certificados oficiales de idiomas son importantes, al menos desde una perspectiva teórica, por estas cuatro razones principales:
Estándares de evaluación: los exámenes oficiales proporcionan una evaluación objetiva y estandarizada de las competencias lingüísticas y comunicativas de una persona.
Movilidad internacional: los certificados de idiomas oficiales son, generalmente, reconocidos a nivel internacional.
Requisito académico y profesional: muchas instituciones educativas y empresas exigen certificados de idiomas como parte de los requisitos de admisión o contratación.
Mejora de las oportunidades laborales: contar con certificados de idiomas puede mejorar significativamente las oportunidades laborales, especialmente en entornos de trabajo globalizados.
La mayoría de los exámenes de los certificados de idiomas de reconocido prestigio, como los mencionados anteriormente, consisten en varias pruebas en las que se mide, no ya la competencia comunicativa, sino capacidades cognitivas de procesamiento, selección, interpretación y análisis de datos.
Un ejemplo de examen de español de nivel C1 es el siguiente: escuchar un fragmento de una conferencia de un ingeniero y economista sobre el ingreso básico universal y, tras escuchar la charla dos veces y tomar notas, escribir un artículo de opinión.
El anterior ejemplo denota un sesgo cultural y formativo. No solo se evalúa la competencia comunicativa en la lengua específica, sino también otras habilidades cognitivas (como la capacidad de memorización, el análisis razonado de textos, la creatividad, la lectura crítica, la competencia argumentativa, etc.) o conocimientos que varían enormemente de un individuo a otro dependiendo de su bagaje cultural, académico o social.
El hecho de que una persona sea menos hábil a la hora de memorizar información, por ejemplo, no significa que no esté capacitada para mantener una conversación exitosa en un idioma diferente a su lengua materna con su interlocutor.
Reto a los lectores de este texto cuya lengua materna sea el español a consultar modelos de exámenes oficiales de español de un nivel B1, por ejemplo. Se encontrarán con pruebas que consisten en cinco tareas de comprensión lectora (70 minutos), cinco tareas de comprensión auditiva (40 minutos), dos tareas de expresión e interacción escritas (60 minutos) y cuatro tareas de expresión e interacción orales (30 minutos, 15 de preparación).
¿Serían capaces de aprobarlo? Ser usuarios competentes de español no garantiza contar con la preparación que implicaría la resolución, de manera satisfactoria, de las tareas exigidas. La superación de estos exámenes de certificación requiere, generalmente, de una formación específica para superar la prueba.
La estandarización de las pruebas tiene unas ventajas significativas: homogeneización de criterios de evaluación, validez internacional, acceso a instituciones educativas y mejora de las oportunidades laborales.
Por otro lado, los certificados de idiomas no siempre son imprescindibles. Cuando no tenemos la necesidad de certificar nuestra competencia comunicativa ante un futuro empleador o como requisito para acceder a una institución educativa, la posesión de una certificación oficial no es relevante, sino nuestra habilidad para comunicarnos.
Es más, los profesionales de la enseñanza de lenguas extranjeras deberíamos reflexionar sobre los contenidos de las pruebas oficiales de certificación para evitar evaluar conocimientos o habilidades cognitivas que van más allá de la capacidad de comunicación de un individuo, como se ha mencionado antes.
Una charla informal puede ser, en ocasiones, más esclarecedora para evaluar la competencia comunicativa de una persona que una prueba que evalúa las destrezas lingüísticas (expresión oral y escrita y comprensión auditiva y lectora) de manera no integrada. Contribuir al desarrollo de la competencia comunicativa debería estar por encima de cualquier certificado de idiomas. De hecho, la primera no requiere del segundo, ni el segundo garantiza la primera.
Este artículo se ha publicado en The Conversation.
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