Benjamin Franklin, el político y científico estadounidense, dijo una frase que ilustra muy bien cuál es la mejor forma de aprender: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. Esta es la base sobre la que se construye el aprendizaje activo.
Esta metodología se puede aplicar en todos los niveles y para todas las edades. De hecho, en la enseñanza para adultos, el aprendizaje activo es una fórmula que aporta buenos resultados. Y es que, como identificó el educador norteamericano Malcolm Shepherd Knowles, la persona adulta quiere participar activamente y decidir qué aprende, quién se lo enseña, cuándo y cómo.
Además, a los adultos les interesa adquirir conocimientos que se relacionen con lo que ya saben. Por este motivo, el aprendizaje activo puede resultar muy eficaz, ya que brinda a cada individuo la oportunidad de experimentar lo que aprende y de establecer conexiones entre los conocimientos adquiridos.
En este artículo, te contamos en qué consiste esta metodología, qué ventajas aporta, qué formas de ponerla en práctica existen y te damos ejemplos de aplicación en la enseñanza para adultos.
El aprendizaje activo es una metodología de aprendizaje que implica un cambio de perspectiva: los alumnos ya no tienen un rol pasivo, sino que son una parte esencial de su propio proceso de adquisición de conocimiento. Por lo tanto, este enfoque fomenta la participación activa de los estudiantes en el proceso educativo. De esta forma, adquieren conocimientos profundos que, gracias a la experiencia práctica, recuerdan con mayor facilidad.
Esta metodología se basa en la teoría del aprendizaje constructivista, desarrollada por el psicólogo Jean Piaget. Este psicólogo observó el desarrollo cognitivo de los niños y vio que estos construyen sus conocimientos de manera individual y progresiva. Es decir, los niños incorporan nuevos conocimientos que reemplazan y completan a los previamente adquiridos. Esta perspectiva da origen a la concepción del estudiante como constructor de su propio conocimiento.
Dentro del marco del aprendizaje activo, existen varios enfoques y conceptos relacionados:
Aprendizaje centrado en los estudiantes, donde se enfatiza la participación activa y la responsabilidad del estudiante en su aprendizaje.
Enfoque basado en la investigación o la resolución de problemas, que implica la exploración y el descubrimiento de conocimientos a través de la investigación y la solución de cuestiones prácticas.
Aprendizaje experiencial directo, que se basa en la experiencia práctica y la aplicación directa del conocimiento en situaciones reales.
La principal diferencia entre ambas metodologías radica en que el aprendizaje pasivo se basa en dinámicas unidireccionales. En este enfoque, los estudiantes escuchan al profesor en clase, leen libros de texto, hacen deberes y realizan exámenes para evaluar sus conocimientos. Solo se produce una interacción bidireccional si los alumnos tienen dudas que plantean al docente. Este sistema puede ser útil para aquellas personas a las que les guste aprender de forma autónoma.
Sin embargo, en el aprendizaje activo, se impulsa la colaboración y la comunicación entre los alumnos para resolver problemas o afrontar desafíos en grupo. De esta forma, se mejora el rendimiento académico y se consigue un mayor compromiso y satisfacción de los alumnos, ya que se sienten parte del proceso.
El aprendizaje activo se ha convertido en un enfoque educativo cada vez más valorado y adoptado en diversos entornos de enseñanza, ya que aporta diversas ventajas a los alumnos, entre las que destacan las siguientes:
Potenciar la resolución de problemas. En esta metodología, se plantean desafíos y problemas reales a los que los alumnos deben aportar una solución. Esto supone poner en práctica y combinar conocimientos nuevos con el bagaje previo para encontrar enfoques innovadores.
Desarrollar la creatividad. Al enfrentarse a desafíos y situaciones prácticas, los alumnos deben pensar de manera innovadora para encontrar soluciones efectivas en diferentes contextos.
Incrementar la motivación. Uno de los problemas principales de las metodologías tradicionales es la falta de motivación de los estudiantes. Y es que, al tener la oportunidad de explorar temas de manera interactiva, participar en discusiones en grupo, realizar proyectos prácticos y resolver problemas reales, los estudiantes se sienten más comprometidos.
Impulsar el aprendizaje profundo. Cuando una persona aprende mediante la experimentación y la práctica, consolida de manera duradera los conocimientos.
Fomentar la autonomía. En el aprendizaje activo, los alumnos deciden el grado de implicación que desean tener. De esta manera, pueden gestionar su tiempo de estudio y organizar las actividades de la forma que consideran más efectiva para alcanzar las metas.
Los docentes pueden aplicar diversos métodos para utilizar el aprendizaje activo con adultos. Por ejemplo:
Aprendizaje basado en juegos. Los juegos no son solo una buena forma de aprender para los niños, también pueden ser una excelente herramienta para que los adultos disfruten de un proceso divertido.
Aprendizaje basado en problemas. En este caso, el profesor plantea un problema que los alumnos deberán resolver en grupo. Los estudiantes deben analizar la situación, identificar soluciones posibles, tomar decisiones y justificar sus acciones, lo que les brinda la oportunidad de desarrollar habilidades cognitivas y sociales de manera integral.
Aprendizaje basado en equipos. En este supuesto, se combina el trabajo individual con el trabajo en grupo. Además, se prepara una exposición de lo estudiado para obtener un feedback. De esta forma, aunque cada miembro del equipo tiene responsabilidades individuales, el éxito del proyecto depende del trabajo en equipo y la colaboración efectiva.
Aprendizaje basado en proyectos. Este método consiste en un proceso de larga duración en el que se busca una solución para un problema complejo. El proyecto suele durar todo un curso. A lo largo del proyecto, los estudiantes aplican conocimientos y habilidades de diversas áreas para investigar, diseñar, crear y presentar una solución o producto final.
Aprendizaje de servicio. La metodología de aprendizaje por servicio da solución a un problema social real que está relacionado con los conocimientos que se quieren adquirir en el curso.
Art Thinking. El arte siempre es un elemento fundamental en el aprendizaje activo, y en este caso se trata de crear conocimiento a través de elementos audiovisuales y del arte en general.
Design Thinking. Este tipo de aprendizaje activo facilita el nacimiento de ideas creativas para resolver problemas. En esta metodología se utiliza, por ejemplo, para aportar soluciones a clientes en estrategias de marketing y generar propuestas de valor.
Al poner en práctica el aprendizaje activo, el papel del docente cambia de forma radical, ya que este se convierte en un facilitador para los grupos de alumnos. En este sentido, su rol tiene varias facetas:
Permite evaluar de forma crítica el contenido que se enseña. Es decir, impulsa a los estudiantes a tener un pensamiento crítico y a plantearse dudas y responderlas por sí mismos.
Alienta a los alumnos a comprender los conocimientos que adquieren y a relacionarlos con los retos y problemas de la vida real.
Brinda la oportunidad de negociar los objetivos y resultados que desean conseguir para incentivar temas que les interesen.
Para aplicar una metodología de aprendizaje activo, hay una amplia gama de opciones disponibles. A continuación, destacamos dos ejemplos habituales:
El role play. Por ejemplo, en una clase sobre técnicas de negociación, se puede organizar una actividad donde una persona asume un rol, el de representante de una empresa interesada en adquirir un servicio de consultoría, y otra persona toma otro papel, el de proveedor de servicios de consultoría. El objetivo es negociar los términos de un contrato de prestación de servicios. Cada alumno prepara su papel y lo interpreta durante la actividad, aplicando lo aprendido en clase. Al final, el resto de compañeros ofrece comentarios y observaciones.
El taller de Lego. En este caso, un facilitador plantea una pregunta o un reto, y los participantes construyen un modelo con piezas de Lego para resolver el desafío. Luego, cada alumno presenta su modelo, y el resto de la clase ofrece comentarios y opiniones.
Como puedes ver, el aprendizaje activo es una metodología versátil que ofrece numerosas posibilidades que se pueden aplicar a cualquier nivel educativo. Gracias a la participación activa, se fomenta la conexión de ideas y conocimientos, lo que facilita la profundización y la actualización constante de competencias. Estas características hacen de esta metodología una herramienta beneficiosa para que los adultos adquieran nuevas habilidades o mejoren las que ya poseen.
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