El análisis de riesgos es un concepto que ha sido utilizado de diversas formas a lo largo de la historia en diferentes contextos. Sin embargo, en términos de su aplicación más formal y estructurada en campos como la gestión empresarial, las finanzas, la ingeniería y la salud, entre otros, su desarrollo moderno comenzó a tomar forma principalmente en el siglo XX.
Lo podemos definir como un proceso sistemático que se utiliza para identificar, evaluar y gestionar los riesgos potenciales que nos pueden afectar en una decisión que tomemos. Esto implica una toma de decisiones informada, lo que nos permite anticiparnos a los problemas potenciales y tomar medidas proactivas para mitigarlos o evitarlos por completo.
Uno de los hitos importantes en el desarrollo del análisis de riesgos se produjo en la década de 1940. En la Segunda Guerra Mundial, el ejército de los Estados Unidos creó el método de análisis de riesgos conocido como Análisis Modal de Fallos y Efectos (AMFE), para evaluar y mejorar la seguridad y confiabilidad de los sistemas y equipos militares.
En la década de 1960, el análisis de riesgos empezó a ganar popularidad en la industria aeroespacial y nuclear, debido a la necesidad de evaluar los riesgos asociados con operaciones complejas y potencialmente peligrosas.
A partir de entonces, el análisis de riesgos se ha extendido a una amplia gama de industrias y sectores, y se ha convertido en una herramienta estándar para evaluar y gestionar riesgos en distintos ámbito
Las fases más habituales para el análisis de riesgos son:
Identificación de riesgos: se identifican todas las posibles amenazas que podrían afectar a los objetivos del proyecto u organización. Esto se puede lograr a través de técnicas que mencionaremos posteriormente.
Evaluación de riesgos: una vez que se han identificado los riesgos, se evalúa su probabilidad de ocurrencia y su impacto potencial. Esto permite clasificar los riesgos según su importancia y urgencia de acción.
Mitigación de riesgos: en esta fase, se desarrollan e implementan estrategias para reducir la probabilidad de ocurrencia o el impacto de los riesgos identificados. Esto puede implicar la implementación de controles de seguridad, la transferencia de riesgos a terceros a través de seguros o la aceptación del riesgo si sus consecuencias son consideradas aceptables.
Monitoreo y revisión continua: el análisis de riesgos no es un proceso estático. Es importante vigilar regularmente los riesgos identificados y revisar el análisis a medida que cambian las circunstancias o se presentan nuevos riesgos.
Existen varios métodos y todos tienen como objetivo reducir el riesgo. A nivel general, los podemos dividir en dos:
Análisis cualitativo de riesgos: se evalúan los riesgos sin asignar valores numéricos específicos. Se utilizan escalas de matrices con dos variables: probabilidad e impacto. El método Delphi (entrevistas a expertos) y la técnica de árboles de falla son algunas de las técnicas cualitativas más comunes.
Análisis cuantitativo de riesgos: se asigna un valor numérico a la probabilidad e impacto de los riesgos. Para ello, se utilizan técnicas estadísticas y modelos matemáticos para predecir la probabilidad y el impacto. Son cuantitativos el análisis de simulación, el análisis de sensibilidad y el análisis de escenarios, entre otros.
Algunas de las técnicas más conocidas son:
What if...? Es un enfoque del análisis de riesgos que examina posibles escenarios hipotéticos y sus consecuencias. Se basa en la exploración de preguntas del tipo "¿Qué pasaría si...?" para identificar riesgos potenciales y desarrollar estrategias de mitigación. Este método, también denominado SWIFT (Técnica Estructurada What If), ayuda a prepararse para situaciones inesperadas y a tomar decisiones informadas ante eventos adversos.
Lista de verificación. Se trata de una manera simple de identificar los riesgos. Esta técnica proporciona una lista de las incertidumbres típicas a considerar. Los usuarios se refieren a una lista previamente desarrollada, códigos o normas.
Análisis modal de fallas y efectos (FMEA: Failure Mode and Effective Analysis, en inglés). Identifica y evalúa modos potenciales de falla en un sistema, proceso o diseño. Se analizan los efectos de estas fallas y se priorizan según su impacto y probabilidad. Este método permite desarrollar acciones preventivas para mitigar o eliminar las posibles fallas antes de que ocurran.
Método Delphi. Este método implica recopilar opiniones y juicios de expertos en el campo específico del riesgo en cuestión. A través de rondas sucesivas de consulta y retroalimentación, se llega a un consenso sobre la probabilidad y el impacto de los riesgos identificados.
Análisis de riesgos HAZOP. Este enfoque se utiliza principalmente en industrias como la química y la petrolera. Consiste en identificar desviaciones significativas de las condiciones de diseño de un proceso y evaluar las consecuencias de estas desviaciones.
Matriz de riesgos. Es un método simple y efectivo que implica clasificar los riesgos según su probabilidad de ocurrencia y su impacto potencial. Esto permite priorizar los riesgos y asignar recursos de manera adecuada para abordarlos.
El análisis de riesgos es una herramienta fundamental para la toma de decisiones informada y la protección de los activos y objetivos de una organización. Algunas de las razones por las que se considera de utilidad son:
Reducción de pérdidas. Identificar y mitigar los riesgos ayuda a prevenir pérdidas financieras, de reputación y de recursos.
Mejora de la toma de decisiones. Al comprender los riesgos potenciales, las organizaciones pueden tomar decisiones más informadas sobre cómo asignar recursos y priorizar actividades.
Cumplimiento normativo. En muchos casos, el análisis de riesgos es un requisito regulatorio para cumplir con estándares de seguridad y protección.
Resiliencia organizacional. Las organizaciones que implementan un análisis de riesgos efectivo están mejor preparadas para afrontar eventos adversos y recuperarse posteriormente.
En conclusión, el análisis de riesgos es una práctica esencial para cualquier organización que busque anticiparse y gestionar los desafíos y amenazas que puedan afectar su capacidad para alcanzar sus objetivos. Al seguir métodos sistemáticos y pasar por las diferentes fases del análisis, las organizaciones pueden identificar, evaluar y mitigar los riesgos de manera efectiva, fortaleciendo así su capacidad para prosperar en un entorno cada vez más complejo y cambiante. Las personas en las organizaciones son la clave para llevar a cabo este proceso y abrir las conversaciones y acciones necesarias para mitigar los riesgos.
De esta manera, podremos poner en acción las palabras de la matemática y científica de datos Grace Murray Hopper:
Este artículo se ha publicado en The Conversation.
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