¿Te sientes irritado en la oficina? ¿Te cuesta concentrarte en tu trabajo? ¿No logras tus metas aunque dedicas cada vez más tiempo? ¿Tus preocupaciones laborales te quitan el sueño? Es probable que, igual que el 42% de la población, sufras ansiedad laboral.
El mayor ritmo de trabajo, los constantes cambios en el mercado, la inseguridad laboral y unos mayores niveles de estrés hacen que cada vez más personas padezcan esta patología. Asimismo, la crisis del coronavirus tampoco ha ayudado, ya que ha sumado a la ecuación incertidumbre, el miedo al contagio y problemas de conciliación.
De hecho, si el síndrome del trabajador quemado o burnout afectaba a uno de cada diez profesionales en 2019, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2021, este porcentaje se cuadruplicó, de acuerdo con el informe Resetting Normal: redefiniendo la nueva era del trabajo, de Adecco. Sin ir más lejos, el burnout ha entrado en 2022 como enfermedad laboral en la Clasificación Internacional de Enfermedades de la OMS.
Lo cierto es que, aunque tradicionalmente ha permanecido invisible, la ansiedad laboral no es algo infrecuente. Sin embargo, y por fortuna, en la actualidad, la conciencia sobre la salud mental está creciendo y los profesionales no tienen por qué sufrirla en silencio por temor a ser considerados débiles o poco competentes. Además, la buena noticia es que puedes afrontar y superar la ansiedad laboral por tus propios medios y recuperar así la motivación para ir al trabajo cada mañana.
Un error frecuente en torno a la ansiedad laboral es confundirla con el estrés en el trabajo. El estrés por sí mismo no es algo negativo. Es más, el hecho de enfrentarte a un nivel moderado de estrés resulta, incluso, recomendable para mantenerte activo y motivado. De hecho, según la OMS, una correcta salud mental no supone que no haya estrés, sino que equivale a que sepas dar una respuesta adecuada a estas situaciones. Y es que seguro que conoces a profesionales que son capaces de llevar un ritmo de trabajo vertiginoso sin que afecte a su bienestar emocional o físico, mientras que otros se ven superados por mucho menos.
La ansiedad laboral como tal surge en este último caso, es decir, cuando la respuesta a las exigencias o problemas del entorno de trabajo no es la correcta. En este sentido, los trastornos de ansiedad son patologías mentales que generan un estrés emocional y dolor físico en las personas, el cual se prolonga en el tiempo y les afecta hasta el punto de bloquearlas y limitar sus capacidades de acción. Cuando este cuadro sintomatológico está causado por el trabajo, hablamos de ansiedad laboral.
Ahora bien, los motivos que pueden dar lugar a esta patología son muy variados y van a depender de cada profesional. De esta manera, habrá trabajadores que puedan sufrir ansiedad laboral por la sobrecarga del trabajo, la alta exigencia de su puesto, la falta de conciliación, la carencia de habilidades para afrontar el puesto, una mala relación con su superior o algún compañero o por casos de mobbing. Sin embargo, también puede darse por una escasa participación en la toma de decisiones, una mala comunicación interna, una asignación de tareas confusa, una vocación frustrada, un exceso de perfeccionismo o control o, simplemente, por un miedo patológico a cometer errores o no cumplir con las expectativas.
El primer paso para abordar la ansiedad laboral es saber identificarla. Para ello, debes prestar atención tanto a tu respuesta física y emocional como a los cambios en tus relaciones sociales.
En el plano psicológico, la ansiedad laboral puede provocar inseguridad, dificultad para tomar decisiones, bloqueo, sensación de amenaza o peligro, impulsividad, problemas de concentración, pérdida de memoria, pensamientos negativos infundados, distorsión de la realidad, despersonalización, apatía y desmotivación o alta irritabilidad y angustia.
En cuanto a los síntomas físicos, es habitual que los cuadros de ansiedad laboral vayan acompañados de taquicardia o fuertes palpitaciones, dificultad respiratoria, tensión muscular, opresión en el pecho, alteraciones del sueño, digestiones molestas, cansancio generalizado, desorden alimenticios, sudoración excesiva o escalofríos.
Por último, respecto al impacto social, las personas que sufren esta enfermedad tienden a aislarse, tienen dificultad para expresar sus opiniones, sufren baja autoestima, padecen temor a los conflictos o, por el contrario, suelen motivarlos.
Todos los síntomas de la ansiedad laboral llevan aparejados consecuencias negativas. Se trata de unos efectos que afectan tanto al profesional como a la empresa para la que trabaja.
Por un lado, un trabajador que sufre esta patología ve dañado su bienestar laboral. Al estar desmotivado y angustiado, no encontrará satisfacción en su trabajo, por lo que se verá directamente empujado hacia el síndrome de burnout. Además, la bajada de eficacia que conlleva la ansiedad en el trabajo se traducirá en un desempeño con más errores, más probabilidades de sufrir accidentes laborales y menor rapidez y acierto en sus funciones, lo que alimentará su desmotivación.
Por si fuera poco, los efectos de la ansiedad laboral repercutirán en su salud física y se extenderán a su esfera personal, afectando también a su felicidad y sus relaciones fuera del puesto de trabajo. De hecho, según datos de The American Institute of Stress, siete de cada diez profesionales sostienen que la ansiedad laboral afecta sus relaciones personales.
Para la organización, por su parte, la ansiedad laboral de un empleado tiene un reflejo en el incremento de las tasas de absentismo y rotación de personal, en el aumento de los accidentes laborales, la bajada de la implicación y el compromiso del capital humano, el crecimiento de los conflictos laborales, el empeoramiento de la reputación empresarial, un descenso de la productividad y, como resultado final, la caída de los beneficios y pérdidas económicas.
En concreto, según la OMS, la depresión y ansiedad laboral provocan que la economía mundial pierda cerca de 1 billón de dólares al año en productividad. De ahí que la ansiedad laboral sea un problema que las empresas deben prevenir y afrontar a través de acciones encaminadas a proteger el bienestar laboral de la plantilla, como medidas de flexibilidad laboral, incentivos, programas de formación, planes de promoción, una reorganización estructural o iniciativas de cuidado de la salud mental, como clases de yoga, talleres de mindfulness, oficinas pet-friendly, servicios de gimnasio, etc.
No obstante, e independientemente de la política de empresa, cada persona tiene en su mano la posibilidad de luchar contra la ansiedad laboral y conseguir gestionar el estrés de forma constructiva. ¿Qué puedes hacer para salvaguardar tu bienestar físico y emocional en el lugar de trabajo?
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